Mariana Moreira llega vestida de negro. Se mezcla entre la multitud, pide un espacio, intenta escuchar lo que habla un grupo de personas y luego se lleva las manos al rostro en señal de desesperación, de angustia.

Es martes por la mañana, 5 de diciembre. Ella camina por el muelle de la parroquia San Mateo, en Manta, donde decenas de personas esperaban noticias de seis pescadores que estaban desaparecidos. Uno es su sobrino Carlos Mero.

Mariana llegó al lugar porque le dijeron que habían encontrado a tres pescadores en el mar; no sabía, hasta entonces, si vivos o muertos.

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Dice que las desgracias le han caído encima a su familia, pues hace cinco meses le pasó algo similar a su nieto Josnaider Flores, de 19 años. Los piratas lo atacaron y luego de dos días solo hallaron el bote; el cuerpo nunca apareció.

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Mariana esperaba que esta vez la historia fuera distinta, pero no fue así. A las cinco de la tarde de ese mismo martes, llegaron los cuerpos de tres de los seis pescadores que faltaban. Todos estaban muertos y uno de ellos era Carlos Mero. Ella no paraba de llorar.

Mariana Moreira perdió a su nieto hace cinco meses en un ataque de piratas

Han pasado ya siete días desde que se reportó el ataque de los piratas y en San Mateo la tristeza recorre las calles. Hay, en el pueblo, un antes y un después de aquel suceso que ha enlutado hasta ahora a cuatro familias.

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Todo empezó la noche del jueves 30 de noviembre. Entre los pescadores se corrió la voz de que al menos seis lanchas habían sido atacadas por piratas. En cada una iban dos pescadores; es decir, en total son doce víctimas.

Armaron grupos y salieron a buscarlos. Ese día encontraron a uno, pero estaba muerto; tenía disparos en el cuerpo. Luego pidieron ayuda a la Fuerza Aérea y a los bomberos, y el sábado encontraron a cinco más con vida. La búsqueda siguió y el martes en la tarde llegaron tres cuerpos más; todos habían sido asesinados con disparos. Todavía faltan tres más.

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San Mateo es una parroquia urbana de Manta y cuenta con al menos seis mil habitantes. La mayoría de ellos se dedica a la pesca, y en los últimos años algunos le apuestan al turismo. Salir al mar está resultando peligroso.

Rodrigo Parrales, pescador, comenta que algunos de sus compañeros están pensando en dejar este oficio. Dice que solo en este año ya más de seis pescadores de la zona ha sido asesinados en el mar y que son decenas las lanchas robadas.

“A nosotros nos cuesta tres mil dólares un motor, y los equipos, otros cinco mil dólares; y ellos se nos roban todo, hasta las redes. Así no podemos seguir; ya no se puede trabajar”, agrega.

Con él concuerda Jimmy López, dirigente pesquero, quien anunció que van a solicitar que las Fuerzas Armadas ingresen al mar para dar seguridad a los pescadores. “Estamos cansados. No se ha tenido solución; cada día es más la desventaja que la ventaja. Necesitamos un seguro de vida, necesitamos créditos flexibles. Ya no soportamos más”, añade.

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Cuenta que en lo que va del año han sido asesinados 22 pescadores en Manabí. Algunos vivían en Pedernales, Jama, Briceño, Canoa, Bahía, San Jacinto, Crucita , Jaramijó y Manta.

Familiares esperan que las lanchas lleguen con los pescadores en San Mateo.

Y los que sobreviven quedan con secuelas, comenta Belkis Flores, dirigente de San Mateo. Por ejemplo, los cinco pescadores encontrados el sábado habían sido golpeados, estaban deshidratados y tenían heridas en el cuerpo.

“Es muy lamentable lo que se está viviendo con nuestra gente. San Mateo está de luto. Estamos indignados, ya no podemos salir a pescar, porque nos atacan. Le hacemos un llamado al Gobierno para que haga algo”, expresa Belkis y apenas sostiene el llanto.

Ella señala que el pueblo se ha mostrado unido. Entre los moradores han recogido dinero para pagar el combustible de las lanchas en las que salen a buscarlos. También han recibido ayuda de familiares y amigos que viven en el exterior; les envían dinero. Aún falta por hallar los cuerpos de Anderis Lucas, Manuel Parrales y Leonardo Merchán. No van a parar hasta encontrarlos, agrega.

La mañana del miércoles 6 de diciembre sepultaron los cuerpos de los tres pescadores que llegaron el martes. Una multitud caminó por las calles de San Mateo para despedirlos.

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Margarita Castaño, madre de Manuel Parrales, espera que la búsqueda de los que faltan no termine. Ella quiere a su hijo de vuelta. Necesita verlo. El martes tenía un dolor grande en el pecho porque pensaba que venía entre los tres que fueron hallados en el mar, pero no fue así.

“No los abandonen, envíen helicópteros para hallarlos. Yo pensaba que mi hijo estaba entre ellos, pero seguimos esperando. Quiero por lo menos tenerlo aquí, abrazarlo y saber que es él, que está ahí”, señala. (I)