Simulando una relación sentimental, dos hombres se ganaron la confianza y enamoraron a sus víctimas de 15 y 17 años; ellas vivían en Quevedo y El Carmen, respectivamente. Ellas viajaron a Quito y empezaron a vivir con ellos, en el mismo domicilio. Desde este lugar, fueron llevadas en contra de su voluntad al sector del puente del Guambra, en el centro norte de la capital, para ser obligadas a prostituirse.