En una entrevista concedida a este Diario en el año 2005, Francisco Segura Cano dijo: “Nadie debe perder la humildad, solo el bruto la pierde porque es pretencioso. Eso no ayuda a crecer”. Sabía lo que decía, hablaba por experiencia.

Nadie hubiera pensado que el joven de origen humilde, de contextura débil y con un problema en las piernas, que era pasabolas en los juegos y campeonatos en Guayaquil, llegaría a ocupar un lugar en el Salón de la Fama por haberse ubicado entre los grandes del tenis mundial. Fue campeón bolivariano y sudamericano, ganador de más de veinte títulos en Estados Unidos y de tres campeonatos mundiales. Fue también entrenador de algunos grandes de ese deporte, como Jimmy Connors y Andre Agassi, y siguió siendo una persona sencilla y cordial, humilde y sin pretensiones, probablemente por eso venció a la adversidad.

Pancho Segura es una de las glorias del deporte ecuatoriano y universal, un referente para todos los jóvenes que tienen la entereza y la perseverancia para seguir su sueño, y que en la entrevista que mencionamos nos dijo cómo quería ser recordado: “Como un tipo que salió de la nada y surgió por su esfuerzo”. Ese ejemplo es el legado que nos deja y agradecemos. (O)