Hace pocos días la alcaldesa anunció la reactivación del plan Más Seguridad que integraría a la Policía Nacional, ECU911, CNT, Corporación para la Seguridad Ciudadana de Guayaquil, Policía Metropolitana y, próximamente, al Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, la Agencia de Tránsito Municipal, Fuerzas Armadas y Dirección Municipal de Justicia y Vigilancia. Además, la alcaldesa resaltó que las actividades se cumplirán en coordinación con el Ministerio del Interior, la Fiscalía General y empresa privada. El objetivo: “trabajar en un solo puño… por el bien ciudadano, por la protección de la vida y los bienes de la gente”. Se enfatizó en que todas las autoridades competentes trabajarán por la seguridad de Guayaquil.

Los ciudadanos en general aplaudimos que más allá de intereses políticos o personales se aúnen esfuerzos por brindar a aquellos que vivimos en la ciudad o a quienes la visitan, seguridad y tranquilidad. Sin embargo, será importante que los mismos actores se unan no solo para combatir la delincuencia o la inseguridad, que es prioritario, sino también para prevenirla.

Aumentar las armas y la vigilancia puede volverse una historia sin fin cuando no se trabaja en la raíz del problema. Cuando nuestros centros de detención de menores siguen siendo lugares de encierro de niños y jóvenes, sin verdaderos programas de ayuda no se corrige el problema, se generan individuos resentidos ante una sociedad indiferente.

Metemos a niños y jóvenes, en su mayoría pequeños ladronzuelos o vagabundos, en cárceles disfrazadas bajo diversos términos que suavizan lo que en verdad son, espacios donde pequeños a quienes podríamos ofrecer nuevas oportunidades de vida, poco a poco se van convirtiendo en aquello que un día tendremos que combatir ferozmente. Llenamos estos sitios con burócratas que no entienden la misión que tienen o con profesionales motivados que luchan contra corriente en un sistema que simplemente justifica su ineficiencia con la falta de recursos. Niños y jóvenes que terminan prisioneros de la gran delincuencia que tiene en ellos su mejor semillero y en nosotros sus mejores granjeros. La mayoría son visitantes asiduos de los centros de detención de menores para luego, apenas surcando el final de su adolescencia, pasar a enrolar las cárceles de adultos donde muchos se convertirán en delincuentes sanguinarios e insensibles. Reflexionemos en que probablemente si hubiéramos recorrido el mismo camino, seríamos iguales o peores.

Mayor seguridad no es la solución, es un falso paliativo. Las autoridades que se han reunido para el plan Más Seguridad y la sociedad en general debemos unirnos en un plan Más Prevención. Trabajar no solo en centros de detención, también en centros de acogida de menores con familias disfuncionales o sin familias. Ahí se requiere el verdadero trabajo de transformación. Unámonos en cambiar el futuro de estos niños para no tener que perseguirlos luego y tranquilizarnos cuando un tiro les arranca la vida… por cada joven delincuente muerto surgen decenas. Se requiere una estrategia de rehabilitación y reinserción que aproveche el extraordinario conocimiento en estos procesos de personas valiosísimas, como Nelsa Curbelo, y que integre experiencias mundiales y locales de vinculación de la naturaleza y los animales en programas con jóvenes en situación de conflicto. (O)