El 27 de octubre de 2018, el exministro de Defensa Nacional, y prófugo de la justicia, Ricardo Patiño, en la ciudad de Latacunga y ante más de 500 personas, entre dirigentes, camaradas de lucha y simpatizantes de la revolución, dijo arengando: “Vamos a prepararnos para esta represión porque tenemos que tomarnos las instituciones públicas, tenemos que cerrar caminos, tenemos que acompañar a nuestro pueblo y si escuchan especialmente los agentes de la Senain y de inteligencia que están aquí (...), díganles a sus jefes que no les tenemos miedo”. Luego de eso, se presentó una denuncia contra este ciudadano por instigación, por lo que en la actualidad tiene orden de captura. 

Por otro lado, el 6 de febrero de 2019 vía Decreto Ejecutivo 526, el presidente Lenín Moreno crea el Centro de Inteligencia Estratégica –que reemplazó a la Senain creada por el expresidente Rafael Correa–, y la misión de la CIES es “ejercer la rectoría del Sistema Nacional de Inteligencia y producir inteligencia estratégica para generar alerta y asesorar de manera oportuna en la toma de decisiones al más alto nivel, contribuyendo a la Seguridad Integral del Estado”. De ahí se designa a un prestigioso abogado guayaquileño especializado en cuestiones fiduciarias y mercantiles, como director del CIES. 

Mi análisis y preguntas son: Si Patiño desde el 27 octubre de 2018 arengaba a sus bases, comités de la revolución, etcétera, a tomarse instituciones públicas, calles y a la resistencia popular, ¿qué tipo de información levantó  posteriormente la CIES?, porque desde el 28 de octubre de 2018 al 3 de octubre de 2019 (día del caos nacional) ya casi es un año con  8 meses de funcionamiento de la CIES, ¿qué logró para prevenir, alertar y disuadir lo que el país soportó durante toda esas semanas?, y todavía las amenazas siguen. ¿Se hizo seguimiento a los camaradas de la revolución? Si había financiamiento interno y externo, ¿se detectó de dónde venían esos recursos? ¿Quién depositaba, quién pagaba? ¿Se hizo seguimiento de contrainteligencia a altos dirigentes de comunidades indígenas, a aliados políticos y adeptos del actual prófugo de la justicia? No creo que se diga que no se debe espiar a los opositores políticos, ni a los colaboradores del régimen, por cuestiones de privacidad. Tenemos un problema grave,  nuestro sistema de seguridad ciudadana y nacional fue burlado, vulnerado; si no fuera por la heroica resistencia de nuestros policías y soldados de las Fuerzas Armadas, el Estado y el Gobierno habrían sido desplazados por los saboteadores, delincuentes y terroristas, y estos estarían gobernando. 

El presidente Lenín Moreno ha salido fortalecido de esta difícil experiencia. Su prudencia, nobleza y humanismo lo hicieron salir de esta convulsión social, jamás permitió que los soldados y policías porten armas para evitar derramamiento de sangre, y manejó la crisis a su manera, convencido de que el diálogo debe ser lo primordial. Pero, estimado señor presidente de la República, ahora no se puede confiar, ya está identificado el problema, ya sabemos nuestras debilidades y fortalezas, y toca, y es urgente que reorganice todos los sistemas de seguridad nacional, de inteligencia; es hora de saber quiénes son sus colaboradores. Los espías y de la contrainteligencia puedan estar casa adentro y alimentando al enemigo, esperando un descuido, una oportunidad para adueñarse del país. Recuerde, presidente, la frase de Winston Churchill: “La historia es escrita por los vencedores”. (O)

Javier Santos Ycaza,

Guayaquil