“Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”. Hay miradas muy sensibles que todo lo ven y otras que perdieron la capacidad de asombrarse, de mirar. La despedida del 2019 en el balneario de Salinas fue una ocasión propicia para constatar que en cuestión de modales y respeto a la comunidad andamos de picada, hacia abajo. Este mal es tan viejo que en un momento dado dejó de ser tal, nos acostumbramos a él, lo tomamos como algo natural, aprendimos a convivir pacíficamente con el desorden, la falta de limpieza, la basura y las botellas en la arena, los vendedores ambulantes y toda la gama de desechos, de todo color y olor.
Frente al ‘escándalo’ de fin de año, la Gobernación de Santa Elena se propone coordinar e incentivar un cambio de comportamientos. Me permito algunas ideas frente a esta plausible iniciativa.
-Cuando una llanta tiene más de tres o cuatro pinchazos, por seguridad, es menester cambiar de llanta. Cuando en una provincia los problemas interconectados son múltiples, es necesario revisar antecedentes y optar por los cambios que las circunstancias así lo demanden.
- La carencia de modales corteses y pertinentes no es resultado de un descontrol pasajero. La falta de ética en un país tiene su origen en un estilo generalizado de vivir al margen de la ley a vista y paciencia de autoridades y jefes de hogar. El escándalo nacional causado por el estado deplorable en que quedaron las playas de Salinas es un botón de muestra de lo que somos los ecuatorianos ubicados en diversos estratos del poder político, económico y social.
-La suciedad en nuestras playas, calles, avenidas, lugares públicos en general, es una pandemia nacional, con honrosas excepciones; en consecuencia, el mal debe ser combatido a nivel nacional. Echar basura en las playas es una grosera falta de respeto a las leyes, a la comunidad, a la naturaleza.
Un gobierno sensato y responsable debe alzar la voz de alerta y usar todos los mecanismos legales a su alcance para que esta alerta sea escuchada por infantes, jóvenes y adultos del Ecuador y que se traduzca en acciones para corregir yerros y afianzar valores. Lo que decidan los GAD provinciales debe ir de la mano con aquello que se haga en universidades, escuelas, colegios, instituciones de gobierno, etcétera, para erradicar este mal proceder ciudadano. Me permito algo más, a modo de sugerencias.
Es importante trabajar en escuelas y colegios con una cartilla concisa sobre valores, entre ellos, el respeto a la naturaleza y a la convivencia ciudadana; es recomendable establecer brigadas de supervisión del aseo en las instituciones y alrededores. El personal dependiente de una institución, pública o privada, debe estar al tanto de la necesidad de vivir en una provincia y país limpios. No arrojar basura donde no se debe es respetar al prójimo y a la naturaleza.
Es imperioso formar en valores en las instituciones. El orden, la limpieza, el respeto, la pulcritud; el amor a la verdad, a la decencia, a la justicia, al altruismo son caminos para formar ciudadanos sensibles y honestos. (O)