29 años atrapados en azul. “…Y siguen los mismos muertos podridos de crueldad. Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam”, dice una canción del maestro Ismael Serrano de su disco Atrapados en azul (https://www.youtube.com/watch?v=wSCUV7ysBbI&list=RDwSCUV7ysBbI&index=1).

Hace 29 años, el mes de abril fue testigo de cien días del genocidio de 800.000 personas en Ruanda. De hecho, en 1994 el mundo fue escenario de otro genocidio: el de la antigua Yugoslavia (en las repúblicas de Serbia, Croacia, y Bosnia y Herzegovina). Estos sucesos convergieron en la creación de los Tribunales Penales Internacionales de Naciones Unidas para Ruanda y Yugoslavia, y la Corte Penal Internacional (CPI). La invasión rusa a Ucrania revive recuerdos de mis experiencias como abogado en estos tribunales que, en su momento, demostraron que cuando existe voluntad internacional, quienes cometen crímenes internacionales pueden ser castigados.

Parafraseando al maestro Serrano “Y ahora mueren en Ucrania los que morían en Vietnam” (y también mueren en Siria, Yemen, Palestina, Sudán del Sur, República Centroafricana, Congo). En todos estos casos la lentitud de la comunidad internacional para responder al sufrimiento humano es aborrecible, pero también lo es la indiferencia de quienes se sienten ajenos a estas realidades. Hay luz al final del túnel: los responsables de crímenes en Ucrania serán llevados ante la justicia, tal como finalmente lo fueron quienes perpetraron el genocidio de Ruanda hace 29 años.

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Este marzo, la CPI dio el primer paso ordenando la detención del presidente ruso, hecho increíblemente importante para el avance de la justicia internacional y para que por fin dejen de morir en Bosnia los que morían en Vietnam, (https://www.eluniverso.com/noticias/internacional/corte-penal-internacional-ordena-detencion-de-vladimir-putin-nota/). (O)

René Betancourt Cuadrado, abogado internacionalista, La Haya, Países Bajos