Recuerdo el dantesco incendio de la empresa de depósito de combustible Shell Gas al sur de Guayaquil, la noche del 10 de marzo de 1976. Lo tengo presente porque mis suegros vivían en la ciudadela Nueve de Octubre, cerca de donde cayó una plancha de acero tan grande que partió una villa en dos. Mi esposa e hijos se encontraban con ellos, mientras yo terminaba mi trabajo de tesis para graduarme como ingeniero civil.

De repente explotó un tanque tipo salchicha de 200 m³ de gas, tan fuerte como si explotaran al mismo tiempo unos 7.000 cilindros de gas de uso doméstico. Dicho tanque era propiedad de la Corporación Estatal Petrolera Ecuatoriana (CEPE) y lo tenía la Shell Gas porque la construcción de la Terminal de Gas Licuado en El Salitral de la vía a la costa estaba paralizada. El incendio suspendió la importación de gas y puso en jaque a la dictadura militar más larga en la historia del Ecuador.

En ese entonces tenía a cargo la construcción y administración de las obras en la Terminal El Salitral, como representante de un consorcio extranjero y por eso me llamaron de CEPE, y manu militari dispusieron que en el término de 45 días instale en el muelle de El Salitral dos tanques iguales al que explotó en la empresa Shell Gas. Trabajando día y noche lo hicimos para montar esos tanques sobre el manglar. Otros montaron las bombas de LPG, soldaron tuberías, válvulas de gas, líneas de bombeo, etc.

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Poco después reintegré a mi familia, terminé mi trabajo de tesis y me incorporé como ingeniero civil.

La Terminal de Gas Licuado El Salitral se terminó ese mismo año y en el ínterin construí la ampliación de la planta de envasado automático de LPG que siguió funcionando con normalidad hasta que el Municipio de Guayaquil dispuso su traslado fuera de los límites de la ciudad. (O)

Carlos Luis Hernández Bravo, ingeniero civil, avenida Samborondón