Ecuador es el tercer peor país para trabajar en el mundo, después de Bangladés y Bielorrusia, según la Confederación Sindical Internacional (CSI) en 2023. Es muy duro no tener certeza, cuando pides vacaciones, de que te las vayan a conceder, o que te tengan por ocho y más horas parado atendiendo, o cuidando como guardia, porque no tienes dónde sentarte, o cómo ir al baño, o cómo beber un poco de agua. O que te roten de función permanentemente, en un cuasi despido intempestivo, o que no tengas acceso a capacitarte porque tu jefe solo se lo permite a su camarilla de amigos, o que te dispongan un trabajo y te dejen solo, sin las herramientas ni el personal de apoyo, etc. Hay falta de transparencia, discrecionalidad y abuso de poder, germen de la corrupción, en instituciones y empresas públicas, pero también privadas. Por eso, es clave que exista una política de prevención, con psicólogos clínicos para ayudar a paliar tanta afectación emocional producida por estos abusos. Y en los colegios, es preciso más psicólogos para apoyar a los chicos que son acosados por compañeros o profesores, donde las autoridades crean complejos a los estudiantes por sus formas y órdenes no democráticas sino dictatoriales en clases o fuera de estas. El clima antisocial generalizado y peligroso, con restricción al derecho de expresión y reunión, que impera en el Ecuador, y que ha sido denunciado internacionalmente, empieza en los colegios y sigue en los trabajos. ¿Qué dice el Ministerio de Relaciones Laborales, el Ministerio de Educación, el Ministerio de Salud, la Comisión Anticorrupción? (O)

Diego Fabián Valdivieso Anda, economista, Quito