Hablar de pésimos servicios básicos como luz, agua, teléfono convencional, son problemas para los usuarios.

La CNEL cobra a 9 centavos el kWh, precio que debe ser revisado puesto que las turbinas ya no se mueven con diésel sino con la fuerza hidráulica que es gratis. Además cobran otros rubros, comercialización, subsidio cruzado solidario, subtotal de alumbrado público, subtotal de otros rubros (¿cuáles?), planes de financiamiento (¿con quién?), etc. El día del vencimiento de una planilla, el personal en camionetas contratadas por la CNEL, inmisericordemente cortan el servicio. Igual ocurre con Interagua, las planillas traen rubros incomprensibles; no se conoce el precio del metro cúbico de agua y la cantidad consumida; y personal en camionetas contratado por la entidad corta el servicio el día del vencimiento de la planilla, no les importa que por la pandemia el usuario al regresar a su casa tiene que lavarse las manos, bañarse, lavar la ropa. Esto no compagina con lo que la alcaldesa de Guayaquil ha hecho a la entrada a los mercados colocando jabón y llaves con agua para que los compradores se laven las manos por el COVID.

En cuanto a Pacifictel, sus planillas son más comprensibles, aunque no da el número y valor de las llamadas telefónicas. Es incapaz de evitar los robos en los armarios por parte de los hacheros.

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En los problemas que he mencionado ¿intervendrán los órganos del Estado a fin de precautelar los intereses del usuario? (O)

Cristóbal Colón Gualancañay Mora, ingeniero civil, Guayaquil