Generalmente las abuelas y luego las empleadas domésticas, que en épocas pasadas provenían del campo, eran quienes nos contaban lo que se denominaban “historias urbanas”.

El último café

Recuerdo la de aquella dama bellísima de buena figura que se paraba frente a la entrada principal del cementerio. Frente a dicho lugar había pequeñas cantinas donde acudían a tomarse los traguitos los habitantes del sector. Esta bellísima dama los llamaba, se volteaban y ellos la seguían; ya en las afueras, se volteaba y tenía cara de calavera y los mataba.

Otra famosa leyenda era la de la viuda del tamarindo, en Manabí, que actuaba de manera similar a la dama tapada. También había la creencia de que ciertas personas pobres que trabajaban con esmero y tesón toda su vida y que llegaban a tener fortuna, la lograban por cuanto –decían– le habían vendido el alma al diablo, a cambio de obtener muchas riquezas.

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‘La revolución de la inteligencia’

Finalmente, recuerdo la fábula de los búhos, pájaros de pequeña estatura, que se posan en las cercas de los condominios y emiten unos cantos desagradables. Para los costeños, la presencia de esta ave significaba el anuncio de la muerte de alguna persona en dicho lugar; mientras que para la gente de la Sierra, los búhos traen riqueza y felicidad al sector.

Posiblemente haya más leyendas de ese tipo, pero no las conozco, solo sé que la gente las cree y las respeta, con cierto temor en sus recuerdos.

Preguntas abiertas: ¿Cuál considera usted que debe ser el rol de la Vicepresidencia en Ecuador? (O)

¿Serán solo leyendas urbanas, creencias populares o verdades permanentes? Nunca estaremos completamente seguros.

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Rezar una oración por sus almas siempre será preferible para su estancia en el más allá.

Estas historias forman parte de nuestra cultura ecuatoriana y así como nos las contaron a nosotros, también debemos pasarlas a las nuevas generaciones, para que no se pierdan en el tiempo. (O)

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Sucre Calderón Calderón, abogado, Guayaquil