El antagonismo a los toros empieza por un resentimiento social de aquellos que nunca fueron a los toros por no poder comprar un tique o si bien lo hicieron fue una o pocas veces. Su envidia no era solo por no ir, sino por la camaradería presente entre los aficionados a la fiesta taurina. Sin embargo, su respeto a los animales, su defensa contra la crueldad animal, no se detiene en comer carne, que para eso al tenerla al frente están más que dispuestos a digerirla.

Hay una característica que reúne a la gran mayoría de antitaurinos, comen carne, anticrueldad animal, que es que jamás visitaron un camal o sitio de desposte animal, jamás han protestado contra esto, como no lo han visto no lo sienten. Ahora tenemos otra increíble realidad, Tumbaco, Pifo, El Quinche y muchas otras ciudades como poblaciones de nuestro país tienen peleas de gallos, pero ninguno de estos grupos que se oponen a los toros no mencionan su crueldad, su salvajismo, como todo lo negativo que mencionaron para destruir una industria turística que era lo mejor de la celebración del día de Quito, su Feria Jesús del Gran Poder, con más de $ 100 millones en perjuicio anual para la economía quiteña. Nuevas autoridades quizás pesen los derechos de todos, con una balanza que mida a todos por igual restableciendo el éxito de la feria taurina quiteña. ¿Acaso los gallos no merecen el mismo trato o nivel que los toros?, ¡increíble! (O)

Raúl González Tobar, Manor, Georgia, EE. UU.