La fiebre por el virus dengue es una de las enfermedades tropicales desatendidas como principal problema de salud pública a nivel mundial. Es una infección que se contagia por la picadura del mosquito (Aedes aegypti), más común en climas tropicales y subtropicales.
Los centros de control y prevención de enfermedades en Estados Unidos estiman que cerca de 400 millones de casos son diagnosticados y más de 20.000 fallecimientos produce esta enfermedad cada año. La transmisión de la fiebre por dengue es muy compleja y está influenciada por la temperatura ambiental (calor), las lluvias y el grado de urbanización. El clima global y local no solo influye en la distribución espacial de las infecciones, sino también en la variabilidad interanual. El rápido cambio en los factores climáticos en la última década condujo a un incremento en el riesgo de brotes de dengue.
La fiebre por dengue típicamente resulta moderada, pero puede ser fatal en ciertos casos. Los casos aumentan en la estación lluviosa. En el año 2022 varios países de la región registraron incrementos de dengue, zika y chikungunya, por encima de lo notificado en el 2021. En los primeros meses del 2023, se registraron brotes de chikungunya y dengue de magnitud importante en América del Sur, especialmente en Perú y Argentina. Ante el inicio de la temporada de mayor transmisión de dengue en América Central y el Caribe, la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud (OPS y OMS) advierten que los mosquitos que transmiten el dengue suelen estar en zonas periurbanas, se multiplican en charcos de agua y en agua acumulada en recipientes. Se deben realizar fumigaciones regularmente, en particular en áreas industriales, con basura, monte; campañas de chatarrización de recipientes o tanques con agua que son criaderos de mosquitos; usar toldos, repelentes, telas metálicas en ventanas y puertas. Los ensayos de la vacuna tetravalente (TAK–003) contra el dengue comenzaron en el 2010, y en octubre la Agencia Europea del Medicamento (EMA) emitió que la vacuna cuenta con estudios de eficacia en lugares endémicos, que certifican su impacto positivo. Durante cuatro años y medio de seguimiento a los estudios, los análisis mostraron que la TAK–003 previno el 84 % de los casos de hospitalización por dengue, y el 61 % de los casos de dengue sintomático en la población general, incluidos los individuos seropositivos y los seronegativos. No hubo empeoramiento de la enfermedad en quienes recibieron la vacuna, fue bien tolerada, no se han identificado riesgos de efectos colaterales importantes. (O)
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Jaime Galo Benites Solís, clínico intensivista, Guayaquil