No siendo el fútbol el deporte de mi afición (raro en un mundo futbolizado), pero no me es ajeno por la influencia del entorno y la difusión, a ratos atosigante en todos los medios y a toda hora, por lo que no puedo ignorar sus incidencias. Por ello el publicitado comportamiento de un grupo de jugadores de la Tri en un club nocturno me preocupó como a todos, pero me indignó como a ninguno en mi rol de maestro y ecuatoriano, que el enfoque crítico sea solamente disciplinario, campo en que las sanciones deben ser ejemplificadoras por la ruptura de las reglas, que sin duda existen, con reincidencia en unos casos, porque los jugadores de la Selección son imagen del país y modelo para millones de jóvenes que tienen la mirada puesta en este deporte como futuro profesional-ocupacional de grandes réditos y alta facturación, a mi juicio inequitativo dentro del mercado laboral, entre otras razones.

Es necesario que actúen con profesionalismo

Desde mi perspectiva el bullado caso va más allá de rechazar este acto de indisciplina y presuntuoso de ciertos fatuos jugadores y de inducir a que un integrante menor de edad de brillante futuro luzca como un pésimo referente para quienes lo admiran y siguen, se orienta a la utilización indiscriminada e irrespetuosa del himno nacional del Ecuador en una fiesta, que según el video publicado, no se lo canta con civismo, sino que se lo baila, es una manifestación de burla y chabacanería. Bastante crítico soy a la falta de fervor, entrega y ecuatorianidad, cuando en los actos cívicos o sesiones solemnes se entonan sus sagradas notas. Condeno con dureza el abuso de nuestros símbolos patrios, porque es mancillar la historia ecuatoriana tan llena de grandeza y gloria, sin desconocer que algunos miserables a través del tiempo la han ofendido.

Indisciplina pone en riesgo a seleccionados

Doy fe y cuestiono que en ningún programa deportivo de medios públicos o privados, radiales, televisivos o escritos, se haya hecho referencia al aspecto cívico en los cuestionamientos a los aludidos integrantes de la selección de fútbol, lo que no aporta a la educación de ellos mismos, de nuestros jóvenes y pueblo en general, que va perdiendo el orgullo e identidad nacional, lo que de alguna manera abona la postración en la que estamos.

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La Tri debe cambiar de director técnico

Si el fútbol es un deporte que despierta pasiones y arrastra multitudes, debemos de aprovecharlo como instrumento de aprendizajes positivos y de cambios de conducta ciudadana, y a nuestros deportistas en el exterior como difusores, facilitadores y embajadores de la cultura y valores de ecuatorianidad.

No son Messi

¡Recuperemos nuestra identidad y orgullo de ser ecuatorianos! (O)

Joffre E. Pástor Carrillo, educador, Guayaquil