En Ecuador, la discriminación sigue siendo una triste realidad, incluso en lugares que deberían ser de inclusión, como las escuelas. Recientemente, un niño con autismo fue discriminado en su escuela, una situación que, como docente, me preocupa profundamente. Este acto es un reflejo de la falta de empatía.

La inteligencia, ¿cómo acrecentarla?

El autismo no es una barrera para el aprendizaje, sino una manera diferente de procesar el mundo. Lamentablemente, muchos aún no entienden esta realidad. Al discriminar a este niño, estamos enviando un mensaje equivocado: que solo hay un “modo correcto” de aprender y de ser. Esto es inaceptable.

Las escuelas en Ecuador deberían ser espacios seguros donde todos los estudiantes, independientemente de sus habilidades, puedan desarrollarse. En lugar de excluir, deberíamos estar construyendo un sistema que abrace la diversidad. Cada niño tiene algo valioso que ofrecer, y la educación debe adaptarse a esas necesidades únicas.

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Educar en el amor a la patria

Como profesor, sé que la inclusión no es solo un derecho, sino una oportunidad para todos. Enseñar a niños con autismo no es un desafío, sino una experiencia enriquecedora que puede cambiar la vida de cualquier docente.

La discriminación no solo afecta al niño que la sufre, también afecta a sus compañeros. Al permitirla, estamos enseñando a las futuras generaciones que es aceptable excluir a alguien por ser diferente. Estamos creando un ciclo de prejuicio que debe ser roto cuanto antes.

Ética y moral

Es urgente que las escuelas se capaciten en educación inclusiva. No podemos seguir permitiendo la discriminación de estos niños. Cada niño merece una educación que los valore por quienes son y no por lo que se espera que sean. La educación inclusiva no es un favor, es un derecho y si no luchamos por él, estamos fallando como sociedad. (O)

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Roberto Camana-Fiallos, escritor y docente investigador, Ambato.