Como tenemos entendido, educar es construir, producir y transmitir conocimientos de una generación a otra, refiriéndome exclusivamente a la educación formal: saber leer, escribir, tener una profesión.

Podemos decir que el profesor no solo es un proveedor de conocimientos para los niños, jóvenes y adultos, sino también es un ente motivador del progreso, un conductor social que vela por el prestigio, seguridad, respeto, solidaridad, unidad y confraternidad. El maestro es un guía.

El cementerio de Progreso

En relación con la educación del pueblo de San José de Amén (Progreso), en sus inicios fue un privilegio de las personas adineradas que tenían los recursos económicos necesarios. Estas familias enviaban a sus hijos a las escuelas y colegios de Guayaquil y los estudiantes tenían que pernoctar en dicha urbe y solo llegaban a la parroquia por temporadas vacacionales, y otros optaron por hacer su vida en la gran metrópoli.

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(...) la educación del pueblo de San José de Amén (Progreso), en sus inicios fue un privilegio de las personas adineradas...

Todo esto ocurría por cuanto en este lugar no existía una escuela y peor colegio que brindara los servicios a todas las familias del poblado. Así comenzó la educación en aquellos tiempos, cuando Amén era solo un recinto y las condiciones para estudiar eran totalmente difíciles por motivos de transporte a la ciudad, donde estaban los centros de educación formal.

El maestro no tiene progreso

Después de 1928, en que se consiguió la parroquialización, las condiciones cambiaron, las autoridades parroquiales tomaron el asunto educativo con más seriedad y los funcionarios provinciales dieron paso a solventar la necesidad de tener una escuela en la comunidad y ampliar ese servicio educativo solo para los niños, varones, jóvenes y moradores de la parcialidad. Así nació la educación en el pueblo de Amén en aquellos tiempos. En 1931 se formó la primera escuela de varones. Las niñas quedan hasta aquí en veremos, y esto lo detallaré en la próxima carta. (O)

Francisco Marcos Anastacio Valarezo, profesor, Progreso