Yo había oído hablar de Rumi en una novela turca que pasan por la noche en la televisión y tenía curiosidad por saber de él, y me fui a investigar y lo encontré en un libro de Wayne Dyer; su nombre completo es Yalal ad-Din Muhammad Rumi, ahí dice que es un poeta musulmán místico que escribió sobre el amor puro que podemos alcanzar si trascendemos el ego (egoísmo) en el divino anhelo del alma de la unión con Dios; y que a veces el sufrimiento es un paso necesario en nuestro camino hacia la verdad, la cordura, para reconocer que hemos estado equivocados; o a veces sufrimos sin razón pensando algo que puede pasar, pero que no pasa.

Opino que nada es eterno en la vida, peor la pena y la alegría que se presentan a su respectivo tiempo, vienen y se van, hay que saber sobrellevarlas con mucho amor; todo pasa y eso es lo que da sabor a la vida. “Voy a saborear las penas y de ahí levantarme con más valor para seguir, para ser mejor”, dijo Rumi en su poema, y “vi al pesar beber una taza de tristeza y decir ¡qué dulce es su sabor!, ¿verdad? Me has descubierto dijo el pesar, y has arruinado mi negocio; ¿cómo voy a vender la tristeza ahora que sabes que es una bendición?”.

Jesucristo, Dios de los cristianos, se levantó de la santa cruz y nos encaminó hacia la eternidad, la verdad, la luz. Muchas veces las caídas, las tristezas, son mensajes para que reflexionemos, meditemos, no cometamos los mismos errores; seamos mejor.

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Es de tontos insistir en algo que nos hace mal, a veces perder algo es ganar algo, es lo mejor; y caer, es una forma de tomar impulso para volver a subir; cuando aceptamos que todas las caídas son experiencias que muchas veces las permite Dios para deshacernos de una carga, un pecado..., que nos está haciendo daño, entonces aprenderemos a actuar de una forma correcta y justa. (O)

Hugo Alexander Cajas Salvatierra, doctor en Medicina, Milagro