Es lamentable definirlo, pero existen, aunque el corazón de madre no acepta que está tratando de ocultarlo: que sus hijos ‘brillan’ para mal con sus actos, ambiciones; tratan por todos los medios de controlar a sus padres manipulándolos a sus antojos; que vendan la casa, repartan sus cosas, echándoles en cara que están en situación económica mala y asumiendo el papel de hijos pobres, víctimas, repitiendo a sus progenitores: “Nadie me quiere”, “Desearía tener padres que tengan dinero”, etc.

Son tan egoístas, vanidosos, hipócritas, materialistas ciertos hijos adultos mantenidos; viven un mundo de quejas donde el sentir humano no cabe, no cabe el cuidado y amor a los padres. Son los hijos de ‘cristal’: se rompen si no les dan para la comida, la gasolina, los estudios de sus hijos, para el parto de sus mujeres, etc. Detestan a sus familias, por los consejos, por la pobreza. Hacen de sus vidas libres albedríos, no les gusta que nadie los controle.

Padres entregaron sus vidas a la crianza de hijos, algunos de un hijo único; dieron lo que podían para contentarlos, se convirtieron en egoístas que a diario reprimen a sus padres adultos mayores. Cuando están anímicamente más deprimidos o desfinanciados, se alteran mucho y culpan a sus padres, los maltratan más. Lo triste es que dichas madres y padres se dejan manipular, les tienen miedo y les consienten todo a los hijos vagos adultos.

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Existen muchachas que les dicen a sus madres que les gustaría tener otra clase de progenitoras, incluso las insultan. Pero las mamás asumen que son “malcriadas nomás” porque no tuvieron padre. Los hijos manipuladores alejan a los amigos, familiares, vecinos de sus padres, aduciendo que les tienen envidia. Otras hijas, hijos que ‘cuidan’ a sus madres, padres, valiéndose de las edades y de las enfermedades de ellos, les obligan a firmar documentos, para asumir sus bienes. (O)

Romina Pinto Párraga, Santa Elena