En Ecuador, las aguas servidas de los hogares se vierten directamente en los ríos, contaminando a quienes viven aguas abajo.

Todas las redes de alcantarillado deben terminar en piscinas de oxidación, en donde el agua es tratada para, luego del proceso, verterla al río y así no contaminar. El costo no es elevado si se lo compara con los beneficios que toda la población obtiene. La responsabilidad es de los municipios, y es hora ya que se emprenda una campaña sobre todo en las ciudades grandes como Quito y Guayaquil, para que eso ocurra. En Cuenca, lo hacen desde hace más de 30 años y los resultados están a la vista, ríos cristalinos y ambiente saludable, lo que contrasta con las otras ciudades. Hay también algunas industrias que vierten sus desechos a los ríos. Si eso es contra la ley, nadie controla que no suceda. Hagamos conciencia de que necesitamos proteger un recurso que pronto se volverá escaso, como es el agua. (O)

Pablo Edmundo Jaramillo Maldonado, economista e ingeniero en Sistemas, Quito