En toda actividad o relaciones humanas hay pasiones, como el amor, el odio, la envidia, los celos, etcétera.

Y en política es donde más se encuentran estas pasiones, en especial la adhesión a partidos, grupos, dirigentes. Así como el odio contra estos, sea por motivos ideológicos, afectos o desafectos, por imitación, pero particularmente por intereses personales o de grupos que fueron afectados por la gestión u omisión de algún personaje o sector político que ocasionaron algún inconveniente a terceros.

Así vemos los fanatismos populistas en la historia mundial o nacional y las reacciones contrarias, sea por abusos o crímenes cometidos por esas corrientes.

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Históricamente, en nuestro país ha habido polarizaciones políticas desde la fundación de la república...

Históricamente, en nuestro país ha habido polarizaciones políticas desde la fundación de la república, con el primer presidente y la Revolución Marcista, posteriormente el oscurantismo de Gabriel García Moreno, el llamado progresismo conservador y particularmente el liberalismo radical alfarista, ulteriormente el caudillismo velasquista, el cefepismo guevarista devenido en bucaramismo con sus versiones del PCD roldosista y la distorsión del PRE, y así por el estilo hasta surgir el correísmo, cuya gestión muchos consideran positiva para el desarrollo del país pero otros la califican de nefasta, aplaudiendo al sucesor que desmontó todo lo que se había estructurado en educación, salud, servicios públicos y seguridad.

En la actual crisis, hasta ahora no se vislumbran soluciones, salvo las múltiples ofertas que conocemos.

En cualquier caso, los odios generalmente no razonan sino que reaccionan de acuerdo a las conveniencias particulares antes que sociales. (O)

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Jorge Chambers Hidalgo, abogado, av. Samborondón