En marzo de 2019 y noviembre de 2021 di a conocer a la Alcaldía de Guayaquil, por la sección de Cartas al Director del Diario EL UNIVERSO, lo que se venía gestando y continúa sobre todo en el sector norte de la ciudad: la construcción de portones, cercas, por parte de los moradores de calles peatonales, pasajes, o callejones; dejando con cerrojos los accesos en la mayoría de las manzanas sin guardianes privados.

Es fácil deducir las molestias a las personas que van a realizar a las casas servicios privados contratados, y públicos que no tienen costo: la lectura de medidores de energía y agua; recolectores de basura; repartidores de planillas de pago; vendedores; proveedores de tanques de gas doméstico, de pizza, de comida, de medicamentos; servicios de enfermería, de terapistas, de pedicuristas para enfermos diabéticos, etc.

En el mes de abril del presente, una funcionaria municipal que estaba a cargo de vigilar la poda de árboles en la etapa once de la ciudadela Alborada tuvo dificultades para constatar el estado de los parques, porque los cerramientos peatonales impiden el ingreso. Se acercaron moradores, unos a favor de encerrarse totalmente por miedo a los ladrones, otros que abogamos por mantener abiertas las vías peatonales. La servidora municipal dijo que si se impedía la entrada serían derribados los portones; unos moradores manifestaron que si hacía eso ellos se irían contra esa acción. Desde entonces el municipio no normó la construcción de portones, de rejas, en los barrios donde los construyen para protegerse de los delincuentes. Vi en los periódicos que quieren derribar portones en calles del norte, ciudadela Los Ceibos. Sugiero que copiemos un modelo peruano en ciudadelas, hay guardianes en contacto permanente con la policía y cobran por el servicio a través de impuestos prediales, además, hacen mantenimientos a los parques. (O)

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Jorge William Tigrero Quimí, economista, Guayaquil