Tremenda sorpresa me llevé cuando en días anteriores me acerqué a una de las ventanillas del Municipio de Guayaquil con el objetivo de pagar los impuestos prediales del presente año.

Al cancelar con la tarjeta de crédito solicité que el cobro se haga de forma corriente, pero el empleado del Municipio manifestó que no era posible puesto que la única manera de pagar era difiriendo el pago. Aunque no estuve de acuerdo, no quedó más que allanarme a esa práctica, la cual no es normal, debiendo pagar intereses por la arbitrariedad del emisor de la tarjeta; es decir, el valor del descuento que debí recibir por pronto pago que concede la Municipalidad se lo llevó la tarjeta. Lamentable que la Superintendencia de Bancos no revise ciertos excesos con los ciudadanos. Desearía que la Defensoría del Pueblo disponga una exhaustiva revisión de este asunto a fin de precautelar los intereses de la ciudadanía. (O)

Ángel María Campoverde Giler, economista, Guayaquil