Ecuador, un país donde la economía tan boyante se deja ver cada fin de año, pues sus habitantes deciden quemar dinero. Un promedio de $ 10 por familia se gasta en la compra de los monigotes (lo que seguro queda corto, porque normalmente el número de monigotes que se adquiere va acorde con el número de niños en los hogares que siguen la tradición). O si fuéramos 600.000 familias solo en Guayaquil, se estarían quemando alrededor de seis millones de dólares, cifra que seguramente crece cada año. ¿Qué tal el dato?, se lo dejo a quienes aún quieran reflexionar y empezar a generar cambios a partir del 2025 para salir de la enajenación.

Pirotecnia, parlantes y quema de monigotes

Debemos evolucionar como sociedad y buscar nuevas formas de celebración que tengan más sentido, que no generen contaminación o daños a la fauna doméstica y silvestre de la ciudad; y que no perturben con explosiones la paz y el descanso. Necesitamos celebrar de una forma que no genere heridos. Erradicar tradiciones siempre es difícil, más aún cuando estas se han monetizado y hay personas que viven en este caso de la venta legal o clandestina de explosivos, y de monigotes, pero siempre se pueden hacer cambios y son las autoridades quienes deberían incentivarlos, sin temor de perder popularidad, por el bien común, que cada vez es menos común en nuestra sociedad individualista. (O)

Galo Alcides Jaramillo Noguera, Guayaquil