Héroes invisibles, considero a los maestros que en Quito están en huelga de hambre en medio de la pandemia del COVID-19 exponiendo sus vidas por defender la reformas a la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI) que establecen: nuevo salario, la posibilidad de la jubilación a los 30 años de servicio sin límites de edad, el pago de las compensaciones jubilares.

Algunos docentes ya han sufrido quebrantos, deshidratación, etc., y han sido llevados a casas de salud. Reclaman con lógica, entregaron sus años de juventud en aras de trabajar por la educación y formación. Entre las nuevas reformas a la ley también debería ponerse en vigencia el respeto al maestro por parte de los padres de familia y sus hijos estudiantes.

Por otro lado, educadores que están activos, en la actualidad tienen que hacer labores que no les corresponde, como la limpieza de las unidades educativas, con la ‘justificación’ de que no hay conserjes para que hagan el aseo. Los profesores piden a los padres de familia que también vayan a las mingas, y no van. Los maestros tienen que ir a las casas de los alumnos para que les informen por qué no se conectan a las clases virtuales por medio de la aplicación de mensajería de teléfonos celulares, WhatsApp, o por el sistema de videoconferencia Zoom; muchos alumnos no dan la dirección correcta de sus viviendas ni el número de sus teléfonos al profesor y él tiene que insistir que se comuniquen a las clases por internet. Existe irresponsabilidad de ciertos padres, como saben que no se puede perder el año lectivo en la educación virtual, consienten a sus hijos que no les importa los estudios. ¡Dónde está la ética! Quieren que los maestros pasen de año a estudiantes con bajo o ningún conocimiento académico. Es inicuo que traten a los educadores sin consideración. (O)

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Gianina Esperanza Artieda Guillén, licenciada en Educación, Guayaquil