Todos los años celebramos el 13 de abril, día del abnegado y mal pagado maestro ecuatoriano, como homenaje al natalicio de Juan María Montalvo Fiallos, maestro de las letras, la dignidad, el honor, la justicia y la honradez. La declaración del Día del Maestro se efectuó el 29 de mayo de 1920 por el entonces presidente del Ecuador Alfredo Baquerizo Moreno. El Día del Maestro es un alto en el tiempo; es la ocasión propicia para reflexionar sobre nuestra naturaleza humana; es la oportunidad que tienen los docentes para evaluarse y saber si la conciencia social puede más que los instintos o estos van mermando la espiritualidad de los seres humanos. El maestro es el conductor de la niñez; es una labor titánica la de aquel hombre o mujer que tiene la singular capacidad para ser el verdadero conductor de la juventud; es noble y elevada. Su abnegada tarea para entregar su mensaje de cultura, educación y patriotismo con pedagogía y sapiencia debe ser analizada desde diversos ángulos y justipreciada en la medida de su real valía. Los profesores y los maestros han honrado a la nación ecuatoriana, verdaderos soldados del saber.

Debemos reconocer la importancia de los maestros para la formación de la sociedad. Las nuevas tendencias pedagógicas hacen su diferencia. Decía Vicente Rocafuerte: “La educación de las masas afianza la libertad y destruye la esclavitud”. A los maestros ilustres, su festejo. El día de hoy es bien merecido. (O)

José Arrobo Reyes, presidente del Colegio de Diplomáticos del Guayas, Samborondón