Hablar del ferrocarril de Guayaquil a Salinas es algo sublime y trascendente para los habitantes de la Costa. Con un sonido ensordecedor constituyó la alegría y felicidad de miles de personas de estos pueblos que dejaban sus tareas habituales para observar o escuchar el paso de la inmensa mole que transportaba pasajeros y carga. La vía del ferrocarril consistía en grandes rectas que pasaban por la montaña agreste, estaba asentada en unos maderos acostados llamados durmientes y encima un par de rieles interminables en paralelos, por ahí pasaba la gran máquina que llevaba algunos vagones, era el tren que vino a cambiar rotundamente la realidad económica, social, cultural de estos poblados.

El estadio de Progreso

Lo digo con toda certeza que la obra del ferrocarril hacia la Costa se inició en 1910 y se terminó de construir en 1921, pero después de unos años, en 1928, el pueblo del recinto Amén ascendió a parroquia del cantón Guayaquil con el nombre de Progreso en homenaje a la estación del ferrocarril que era importante y próspero en aquella época.

El cementerio de Progreso

Destaco que para esta fecha el presidente interino del Ecuador acudió personalmente a entregar el decreto de parroquialización. Los habitantes de Progreso festejaron su parroquialización con juegos, como carrera de caballos, palos ensebados, torneo de ollas encantadas, bailes de cintas, pañuelos, toda clase de distracciones, y el tren jugó un papel preponderante en esa época. (O)

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Francisco Marcos Anastacio Valarezo, docente, Progreso