La población ecuatoriana está formada por mestizos y por indígenas. Los mestizos somos descendientes de los cruces de razas entre españoles que llegaron en tiempos de la colonia y los indios, nativos de nuestras tierras.

Después de que los españoles arrasaron con el Imperio inca y asesinaron a los grandes guerreros de nuestras tierras, quedaron los indígenas más indefensos que se convirtieron en esclavos de los europeos y en sumisos. En la colonia existían las mitas y los obrajes, que eran leyes por las cuales los indígenas obligados realizaban trabajos en las haciendas y las industrias a cambio de un pago ínfimo y largas jornadas, muchas veces hasta morir. El indio se convirtió en un activo fijo, es decir, los dueños de las haciendas eran propietarios de todos los indios que vivían en sus confines. A través de los años, el indio siguió siendo sumiso, a tal punto que le decía al mestizo “mi patroncito”. Esta actitud de sometimiento del indio siguió hasta que en 1990 fue el primer levantamiento indígena. El indio comenzó a hacerse protagonista de la política del país, pero con resentimiento social, ya que habla de 500 años de resistencia indígena, en vez de hablar del descubrimiento de América. Actualmente las protestas indígenas son desmesuradas, no reparan el daño que hacen a la comunidad con tal de ellos obtener sus peticiones caprichosas; atacan propiedades, dejan sin alimentos, medicinas, a la población; dejan sin atención a los enfermos graves, matan, etc.; actos irracionales sin escrúpulos, sin ningún norte que no sea el revanchismo social. (O)

Rafael Enrique Guzmán Cottallat, ingeniero civil, Guayaquil