Quiero referirme a un tema técnico en el campo de los seguros: tiene que ver con el reciente movimiento telúrico y las inundaciones continuas que tenemos. Los ecuatorianos no creen mucho en el seguro, cuando el resto del mundo, por ejemplo, Colombia y Perú, tienen credibilidad más avanzada que la nuestra.

Nuestras aseguradoras han progresado con el tiempo y rendido exámenes de suficiencia profesional en la atención de los siniestros, enfrentándose incluso a aquellos que no tienen solvencia moral para suscribir un reclamo en forma honesta. Las aseguradoras a veces (o casi siempre) prefieren honrar el reclamo para no caer en la desgracia del descrédito. Pero los ecuatorianos tenemos en nuestra computadora cerebral un mensaje que aparece siempre: “A mí no me va a pasar nada”, aplica en riesgos corporativos o generales, y en riesgos de salud. El resultado de esto es que, cuando se presenta el movimiento telúrico, los incrédulos del seguro piensan en él y los ateos invocan a Dios. Esto es exactamente lo que ocurre cuando un asesor serio de seguros se acerca donde un potencial cliente y le dice: “Cada día la atención médica es más cara”; la respuesta no se hace esperar: “Pero a mí no me pasa nada, nunca me he enfermado, estoy saludable”. Luego de unos años le da un infarto y ya no es asegurable para ninguna compañía de seguros. Esto sucede también en el país a nivel de autoridades gubernamentales: piensan que hay que asegurar por asegurar, pero no tienen un protocolo de aseguración nacional, que existe en cualquier país con una cultura mediana de seguros, y debe ser seguido paso a paso para evitar luego sorpresas en inundaciones.

Veamos las soluciones. Desde hace más de 120 años hay mercado de futuros en agricultura. El ministro Laniado creó la Bolsa de Productos con esa expectativa, y dio impulso a que se implanten nuevos seguros para la agricultura. La empresa se llamaba Conasa (Compañía de Seguros Agropecuarios). Laniado trajo al gurú de los seguros en el tema, Mike Guyer, inglés, que había implementado en Alemania, Francia, Holanda, Italia seguros especialmente sobre riesgos catastróficos; cuando conversé con Guyer me explicó que Ecuador goza de una gran ventaja, la meteorológica, porque es constante, no hay huracanes, ventiscas, heladas periódicas ni otros factores que encarecerían el mercado de futuros.

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Es de una certeza que no podemos negar que el tema de seguros del país es un tema de negocio para los que están en él, es decir, el mercado asegurador del Estado, donde poco o nada importa su costo y la técnica con la cual se suscriban o acepten los riesgos, no hablemos de sobreprecios, porque están involucrados piratas de todas las nacionalidades, y lo peor es que no hemos aprendido de las inundaciones periódicas de los terremotos que se dan cada cierto periodo y que estamos en la zona o cinturón de fuego sísmico, donde otras naciones toman precauciones, crean fondos, leyes, medidas y demás etcéteras para que el impacto de la catástrofe sea menos lesiva a la población de menos recursos. Yo llamaría al hecho como una clase de invictismo, según el cual somos ecuatorianos y no nos pasa nada, y viendo la realidad nos pasa todo, incluso que exista una Asamblea que permita que el delincuente primero le dispare al policía y luego este se defienda, porque es necesario satisfacer el apetito que viene de Bélgica. Es hora de hacer un plan o protocolo de aseguración y contingencia a nivel nacional, traer gente experta que nos diga con certeza cómo nos podemos proteger, incluso de la delincuencia, y de tener autoridades que escuchen a gente honesta que sabe del tema, pero no los toman en cuenta por sus raíces políticas, pues no las practican. (O)

Gustavo Zevallos Baquerizo, ingeniero, Guayaquil