Aunque la tesis del francés Guy Debord (1931–1994), La sociedad del espectáculo (1967), es encontrar en la práctica capitalista las razones por las que a la gente le gusta exponerse en extremo; no está mal afirmar, más bien sea cual fuere el sistema dominante, que a los seres humanos les encanta el espectáculo; y el exceso no es la excepción.

El citado filósofo, escritor y cineasta dijo: “El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes… La imagen atraviesa la vida cotidiana de la sociedad moderna y se muestra prácticamente omnipresente… El espectáculo se asocia a la idea del deslumbramiento y, por lo tanto, combate la obsolescencia; todo debe ser remplazado, sustituido antes de hacerse viejo, anacrónico y, en últimas fechas, lo renovable y reciclado también puede espectacularizarse… La sociedad del espectáculo es el mundo de la contemplación de simulaciones desarrolladas por otras personas”. Para él, el capitalismo se apropia del tiempo de ocio del trabajador para que este se identifique con el espectáculo “con un mensaje dirigido a destruir toda actitud activa y revolucionaria en el hombre”, consiguiendo embarcar en el mismo a los medios de comunicación y con ello haciéndolos perder su real importancia. En fin…

Por ejemplo, en el carnaval 2023 en el malecón de Salinas, vimos una masa eufórica mezclada con amantes del alcohol y las drogas pesadas, exhibicionistas y delincuentes, que protagonizaron hechos condenables que merecen los peores calificativos del desprecio. Algunos creen que fue un desate o desfogue por el COVID, o las ‘angustias, depresiones y frustraciones’ actuales provocan exacerbación, o que en otros países ocurren cosas peores; es decir, justifican la inconducta pública. Debord, por su parte, diría que lo sucedido confirma sus teorías de que vivimos una “sociedad del espectáculo”, derivación de los males del capitalismo. Sea como sea este asunto del espectáculo, es imprescindible que en Ecuador no haya influencia capitalista ni estallido comunista para mostrar la desvergüenza. La decencia y la moralidad así lo exigen. (O)

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Jorge Arturo Gallardo Moscoso, licenciado en Comunicación, avenida Samborondón