Claro está que la educación requiere un alto nivel de preparación y adaptación de las organizaciones involucradas, visible en la resiliencia de los colaboradores (directivos y docentes) y alumnos, revisión de sus procesos y normativas internas, desarrollo de habilidades blandas, comunicativas y lingüísticas, para que se obtengan los resultados a base de la inversión que también se realizará. El trabajo conjunto entre las instituciones permitiría similares logros, a base de acciones coordinadas, que financieramente viabilizará la internacionalización. Es fundamental que los aprendizajes de este proceso sean replicados entre otros actores internos, para que se involucren de forma activa, así como amplificar sus impactos.

El futuro de la educación

Un elemento que plantea la Unesco para lograr una educación transformadora es la sostenibilidad, si bien el mundo cuenta con importantes avances económicos, sociales y tecnológicos, el buen uso y el aprovechamiento de los recursos existentes de toda índole debe garantizar esos avances en el tiempo. Por ello es importante que las diversas actividades educativas que se lleven a cabo en todos los niveles formativos se centren en aspectos relacionados con el cambio climático, la biodiversidad, la reducción del riesgo de desastres, cuidado de los océanos, etc., para así garantizar un modo de vida sostenible para las presentes y las futuras generaciones.

La tarea es compleja, pero debe llevar la participación comprometida de todos.

La equidad e inclusión, movilidad, innovación, internacionalización y sostenibilidad son los pilares fundamentales para lograr una educación transformadora. La tarea es compleja, pero debe llevar la participación comprometida de todos. Si deseamos salir de la postración económica es vital que apostemos a cada uno de ellos, conjugando alianzas nacionales e internacionales, para alcanzar los resultados deseados en un menor tiempo posible. (O)

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Jorge Calderón Salazar, economista, Guayaquil