En Ecuador no se alcanza a entender por qué todavía existe ausentismo para vacunarse contra el COVID en los centros de vacunación, sobre todo porque hasta hace poco el deseo más anhelado era la vacuna para la vuelta a la normalidad. Es decir, si bien las vacunas han llegado, hay una parte de la población reacia a aplicarse las dosis requeridas.

Tal vez con razón, si nos remontamos a los inicios de la pandemia, ¿no fue la OMS que dijo que el virus no se transmitía por el aire y luego salió a desmentirlo? Bajo este contexto, si la autoridad sanitaria global no tiene certeza, ¿cómo podemos esperar que una república que se ha mostrado tan ineficiente en la salud otorgue garantías?, o sea, que el Gobierno no tenga cien días al mando no lo exime de la responsabilidad de comunicar adecuadamente la importancia de la vacunación; dado que después de todo fue capaz de armar una estrategia electoral para convencer en más de 60 días. (O)

Víctor Eduardo Romero Cueva, economista, Guayaquil