A veces me parece que nos pasa igual que a Margaret, un personaje de P. Modiano, quien “avanzaba por la vida a saltos desordenados, con grietas; y siempre volvía a partir de cero”. Decía Z. Bauman que nuestro presente está cortado por ambos extremos: por el pasado, que ya no conserva la autoridad de guía acreditado, y por el futuro, “que ignora las demandas e inmolaciones del presente y que las trata con una negligencia no muy diferente de aquella con que el presente trata el pasado”. Concluía el filósofo que el mundo parece estar permanentemente in statu nascendi, en estado de llegar a ser.
Deambulamos por allí atemporales, anestesiados, con la moralidad indolora, pensando que el “mundo fue y será una porquería, ya lo sé”. Pero en este país de borra y va de nuevo, somos protagonistas de un cuento de terror y somos, asimismo, una historia del error. Los oscuros corredores por los que circulan ciertos miembros del Consejo Nacional Electoral, del Tribunal Contencioso Electoral y de la Asamblea. Los encuentros casuales o amañados entre personajes políticos. La presunción de intento de golpe de Estado por parte de varios actores. El abandono de algunos ministros del Gabinete de L. Moreno, entre demandas y murmullos. El pedido de una intervención de militares y policías para ordenar la casa. El esperado pronunciamiento del TCE sobre la demanda de fraude, presentada por Y. Pérez. La ausencia de certeza sobre la fecha de la segunda vuelta... Y todo ello ad portas del inicio de la campaña electoral (16 de marzo) y del debate presidencial (21 de marzo). Por la otra orilla: el asesinato de E. Ruales, el baile de Salcedo, el traslado de Jacobito, la carnicería en las cárceles, la pugna por las vacunas, la lista vip, la movilización de alcaldes y gremios por los recursos adeudados. En fin, un estado (con e minúscula y mayúscula) caótico.
Informes sobre la situación de pobreza en el Ecuador –más allá del INEC– señalan las crecientes desigualdades: 32% de la población sobrevive con ingresos de menos de USD 2,80 diarios; 1,8 millones de ecuatorianos de clase media se encuentran desde el 2020 en condiciones de pobreza; tenemos la segunda tasa de embarazo adolescente más alta de Sudamérica; existe un incremento de femicidios y de violaciones sexuales a menores, así como de sicariatos a la carta.
¿Qué podemos esperar los próximos días cuando el poder de la política y de la ira generen más hartazgo que hoy? Hanna Arendt sostenía que el mal banal, como el caso de la burocracia nazista (de obediencia absoluta al Führer), no se justificaría por el mal como tal sino por la ausencia de la acción. Entonces, ¿qué estamos dejando de hacer como ciudadanos?, ¿qué debería suceder para que nos importe nuestro país?
Si renunciamos a involucrarnos, si no comprendemos la pluralidad en que cohabitamos, si no tenemos una vida activa, políticamente hablando; si no hay compromiso, si no desarrollamos una conciencia política, un cierto escepticismo; no hacer nada es también abonar al mal. Porque, al decir de Modiano: “Por lo menos en la duda, aún queda una forma de esperanza, una línea de fuga hacia el horizonte”. (O)