Cuando era vicepresidente de crédito del Citibank, un buen cliente me dijo: “Usted sabe de mi patrimonio más que mi esposa”. En el sistema financiero hay que conocer al cliente profundamente para determinar su carácter, solvencia y capacidad de pago. A pesar de que en Ecuador tenemos una banca privada muy solvente y profesional, los costos de los servicios son elevados y la inclusión financiera en los últimos 20 años no ha tenido buena cobertura.

Según cifras de la Superintendencia de Bancos (SB), la cartera de crédito de la banca privada cerró en 38.331 millones de dólares en noviembre del 2022; cifra que demuestra que las colocaciones crediticias impulsan la cadena productiva debido a su efecto multiplicador. Según el Índice de Competitividad Global (ICG) e informe Doing Business-Deloitte del 2019, la bancarización en Ecuador fue de 40,2 % / PIB, mientras que en Chile fue de 86 % / PIB.

El Gobierno desea más Ecuador en el mundo y más mundo en Ecuador, por eso los emprendedores ecuatorianos han desarrollado un ecosistema de servicios financieros no bancarios que, según Thiago Días, VP regional de MasterCard, Ecuador está en un punto de inflexión para seguir innovando, encontrándose séptimo entre 17 países latinoamericanos. Además, como ejemplo de innovación del sector fintech, se encuentra la empresa ecuatoriana Kushki (dinero), que ya es un gigante tecnológico con más de 50 millones de transacciones anuales.

Mercado digital se nutre con más opciones para reemplazar el dinero de bolsillo y a través del celular

Pero si queremos más mundo en el Ecuador y mejorar su bancarización, la Ley FinTech, recientemente aprobada por la Asamblea con veto parcial del Ejecutivo, no contribuye totalmente al desarrollo de la industria de servicios financieros no bancarios como está sucediendo en otros países.

Por ejemplo: Se eliminó del artículo 5 el literal i) el uso u oferta de medios de pago centrados en tecnología. Son medios de pago: los cheques, billeteras electrónicas y los pagos electrónicos que comprenden las transferencias para pago o cobro, las tarjetas de crédito, débito y prepago. Esta decisión limitará el crecimiento de las fintech, la innovación y generación de empleo.

En mi criterio, hay que tener visión de futuro. Lo nuevo debe reemplazar a lo viejo y lo digital a lo físico. Esta premisa incluye innovación en los sistemas de supervisión y control. Es preferible que el Banco Central sea el principal organismo de control de las fintech y eso siempre que restablezca la capacidad de las fintech de usar y ofertar medios de pago.

Los microempresarios no bancarizados no tienen tantas opciones y solicitan préstamos a chulqueros con tasa de interés que puede superar el 100 % anual. Experimenté esta situación en la terminal terrestre de Guayaquil y su centro comercial e intenté motivar a varios bancos que bancaricen a esos clientes y los financien, pero no se logró.

Apalancar la generación de crédito en la tecnología digital impacta positivamente en la inclusión financiera con personas que normalmente han sido excluidas, ya que los algoritmos conocen bien a sus usuarios, son menos costosos y no avisan a las parejas del patrimonio que reportan. El Estado debe incentivar aún más la banca digital popular por medio de las fintech. (O)