La República de El Salvador es el país más pequeño de América Central, con una extensión de 21.041 km² y una población estimada en 6′486.023 habitantes. El Ecuador es diez veces más su extensión y aproximadamente tres veces más su población.

Los problemas atávicos de violencia, inseguridad, pobreza extrema, desintegración familiar, etc., son los mismos que agobian a nuestros países, las dificultades de sobrevivencia han obligado a tomarse atajos como en El Salvador, han encontrado en las pandillas un modo de perpetuarse y reivindicar su situación de exclusión social, son jóvenes entre 16 y 30 años desertores del sistema escolar, provenientes de hogares disfuncionales, de actitud agresiva y dispuestos a correr cualquier riesgo, incluso su vida.

El Salvador ha vivido durante más de tres décadas bajo la presencia de las maras, las bandas criminales ultraviolentas, que lo colocaron durante la mayor parte de la década pasada entre los países más peligrosos del mundo, registrando 6.656 homicidios en 2015, con una tasa de 106 muertes violentas por cada 100.000 habitantes.

Ecuador no requiere de Bukeles, mercenarios o dictadores, sino de un estadista democrático, honesto, un líder con firmeza...

Nayid Bukele asumió la Presidencia de El Salvador el 1 de junio de 2019, para un periodo de cinco años que finalizaría en 2024. El 20 de junio de 2019 Bukele, exalcalde de San Salvador, conocedor de la peligrosidad de las maras, anunció el lanzamiento del Plan de Control Territorial, que le permitía fortalecer a la Policía y a las Fuerzas Armadas en un esfuerzo por combatir las altas tasas de criminalidad y las pandillas en su país; en 2020 autorizó a los militares y policías el uso de armas letales contra las pandillas.

Bukele declaró la guerra a las bandas criminales y desde marzo de 2022 se mantiene el estado de excepción, que permite detenciones sin orden judicial, suspendió varios derechos constitucionales y alrededor de 60 mil personas han sido encarceladas; visto así, obvio, los resultados son positivos, en 2019 la tasa de muertes violentas bajó a 36, en 2020 se estimó en 19,7, en 2021 a 17,6 y en 2022 a 7,8 por cada 100.000 habitantes.

Bukele ha aprovechado su popularidad para consolidar aún más el control de todos los poderes del Estado, tras cambiar las reglas de juego constitucionales que prohibían la reelección, se prepara para presentarse a las elecciones previstas para febrero de 2024; se describe a sí mismo como el “dictador más cool del mundo”.

Cada país vive una realidad diferente, El Salvador ha tenido como amenaza las peligrosas pandillas; en nuestro país, en cambio, el crimen organizado y el narcotráfico son amenazas internacionales que han rebasado nuestras fronteras, con la presencia de carteles que manejan ingentes cantidades de recursos, dólares por miles, armas sofisticadas, avionetas, drones, lanchas rápidas, semisumergibles, etc., con capacidad de contaminar las estructuras del Estado, cooptando a autoridades, jueces, militares, policías y, sobre todo, a jóvenes que engrosan con facilidad sus organizaciones delictivas.

Ecuador no requiere de Bukeles, mercenarios o dictadores, sino de un estadista democrático, honesto, un líder con firmeza para tomar decisiones y resolver con urgencia las angustiantes demandas del pueblo. (O)