Para nosotros la China no deja de ser noticia y presencia constantes. No solo que miles de artículos que utilizamos en nuestra vida diaria son fabricados allá, sino que las relaciones comerciales estatales y privadas con los chinos están a la orden del día. También algunas obras públicas escandalosamente fracasadas tienen el sello de los chinos. La China, decimos preocupados, se apresta a dominar el mundo. Pero este dominio se remonta a la época de expansión de los reinos ibéricos a fines del siglo XV, en el que, según Elvira Roca Barea, España y Portugal fueron la vanguardia de Occidente en la globalización del mundo.

Una aventura asombrosa comenzó cuando los europeos se afanaron por hallar nuevas rutas para conseguir el superproducto de la época: las especias. No hay que olvidar que Cristóbal Colón fue en busca de esas especias. En esta historia el nombre de Andrés Urdaneta es importantísimo, ya que él consiguió fijar la ruta desde Asia a las Américas. No era difícil ir de América a Asia, pero, debido a los vientos y a las corrientes siempre en contra, era casi imposible que los barcos retornaran enteros y en los tiempos previstos. En 1565 Urdaneta dio con los vientos y las corrientes adecuadas para realizar el ‘tornaviaje’, el viaje de regreso.

‘Capitales corrosivos’ fueron parte de la estructura de inversión y créditos de China en Ecuador, revela informe

Esto fue determinante porque la ruta comercial de los galeones de Manila le dio a la China la plata americana que sería la base de la moneda china que transformaría la economía global. Es más, esa Ruta de la Plata hizo del comercio entre China y la América española una ruta comercial que abarcó cuatro continentes: fue la primera vez que el mundo se conectó a través del comercio global y las redes financieras, un proceso que ha seguido sin detenerse hasta el presente. El eje de esa globalización fue el camino marítimo entre Acapulco y Manila, en las Filipinas, que en realidad era como la región americana más occidental.

Manila fue el lugar perfecto para recoger los cargamentos de seda de China y Japón, las especias de las islas del sur, el algodón indio y el marfil del sudeste asiático. Los galeones de Manila fueron los supercontenedores de su tiempo: eran sólidos y durables, de estupenda madera, prácticamente invulnerables a las balas de cañón y a la carcoma. Zarpaban con cerca de cuatrocientas personas a bordo. México fue la primera ciudad global durante dos siglos, un lugar en el que se encontraron Asia, Europa y las Américas. Para consumir el chocolate en las Américas los chinos copiaron en porcelana el modelo de las vasijas nativas.

Presidente Guillermo Lasso anuncia renegociación de deuda con China en Nueva York

Fue la plata americana –y potosina– lo que cambió la economía global. También de este proceso salió la primera moneda global aceptada en varios continentes y acuñada en la península ibérica: el real de a ocho o peso español, del que son primos el dólar norteamericano y el yuan chino. Todos estos nexos con los chinos están contados por Peter Gordon y Juan José Morales en el libro La plata y el Pacífico: China, Hispanoamérica y el nacimiento de la globalización, 1565-1815 (Madrid, Siruela, 2022). De la ruta Acapulco-Manila nos queda el hecho de que China fue –y sigue siendo– la fábrica del mundo. Tendremos China para largo. (O)