Hace varias semanas entró en vigencia la Ley de Desarrollo Económico y Sostenibilidad Fiscal tras la Pandemia COVID–19; y, hace pocos días, su reglamento, el que hace un ajuste al pago del impuesto a la renta de las personas naturales, entre otras reformas.

El Ecuador ha sufrido una fuerte debacle en su economía debido al aislamiento de muchas empresas que tuvieron que cerrar sus puertas, el alza de precios en materiales de construcción, la adquisición de vacunas, entre otras tragedias que afectaron el curso de su economía. Pero ¿es imperativo aumentar la recaudación fiscal para mejorar y sanear las arcas del Estado? En varios países sí lo han considerado necesario, como lo son Italia, España, Argentina o Brasil, donde se ha propuesto un “impuesto solidario” para afrontar su shock económico.

En paralelo, Ecuador sufrió algunos golpes en su balanza comercial, por ejemplo, la exportación de flores sufrió una caída importante; por otro lado, han aumentado las exportaciones de camarón, banano y otros productos tradicionales, pero aquello no ha sido suficiente para mejorar la balanza comercial.

Como lo han mencionado varios expertos económicos, países en vías de desarrollo —como Ecuador— necesitan de la activación de ciertas industrias para crecer, siendo la industria de la construcción la más importante. No obstante, como consecuencia de la pandemia, han existido varios retrasos en los envíos de las mercancías y el alza de los fletes, lo que ha impactado en el precio del acero, que se disparó por los cielos.

Adicionalmente, el costo de producción en Ecuador sigue siendo poco competitivo en comparación con otros países de la región, lo cual afecta de manera directa la atracción de inversión extranjera e incremento de exportaciones de su oferta exportable. Lo antes descrito deviene en que, para poder generar recursos para que el Estado continúe con sus operaciones y cumpla con sus deberes constitucionales, el Gobierno tomó la decisión de presentar una medida para el incremento de las tarifas de impuesto a la renta.

En contrario a las medidas implementadas con la reciente reforma tributaria, considero necesario que, para hacer al país más competitivo, mejorar la recaudación y que las arcas fiscales cuenten con más recursos, se deben aplicar herramientas que ayuden al país a organizarse internamente, tal como lo son las zonas francas.

Las zonas francas en ciertos países de la región alivianaron las pérdidas económicas y permitieron que se incremente la oferta exportable, ya que durante la pandemia existieron industrias que crecieron, otras que nacieron y otras que se volvieron prescindibles, pero la misma dinamización del comercio mundial es la que gira la balanza hoy en día; y para poder reactivar la economía de manera sostenida y sin depender del aumento de recaudación tributaria, es una herramienta que genera empleo, inversión y previsibilidad con una base de seguridad jurídica. Es momento de pensar más allá del momento y proyectarnos como país a futuro. ¿Queremos depender de la recaudación o aumentar las inversiones? (O)