No basta la vieja frase “el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”, en dos ocasiones ha quedado Europa en ruinas: en la I Guerra Mundial las pérdidas de vidas humanas fueron alrededor de 16 millones y en la IIGM, entre 55 y 60.

Aparentemente la Guerra Fría terminó con la caída del muro de Berlín en 1989 y con el colapso del Imperio soviético; tras la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética (URSS), quince países surgieron de su territorio y que correspondieron a las diferentes repúblicas autónomas que conformaban la URSS, pero la lucha por volver a captar la hegemonía política, económica y sobre todo militar en el mundo continúa. El poder unipolar de los Estados Unidos ha ido cediendo terreno; por un lado, China ha ido captando espacios en Latinoamérica a base de generosos préstamos, aunque con intereses de usura, sin embargo su presencia es innegable. Rusia ha tenido protagonismo político a nivel internacional en los últimos tiempos, su líder Vladimir Putin, el nuevo zar de la Federación Rusia, ganó bonos en la crisis de Siria, a él se le atribuye el haber evitado la intervención militar norteamericana. Creyéndose amenazado por la expansión de la OTAN hacia el este de Europa, invade Ucrania.

No hay que olvidar que Rusia tiene especial interés en Siria; no solo es su principal proveedor de armas, le perdonó gran parte de la deuda externa, y lo más importante, mantiene una base naval en el puerto de Tartus, en el Mediterráneo. Esta base fue establecida en 1971, durante la Guerra Fría, para dar mantenimiento y abastecimiento a los buques de la flota del mar Negro y a los navíos que hacen su travesía por el Mediterráneo; en estos momentos que mantiene un feroz enfrentamiento no solo directamente con Ucrania e indirectamente casi con el mundo entero, esta base es estratégicamente importante.

La invasión de Rusia a Ucrania nos hace recordar el relato bíblico de David y Goliat; nadie se atrevía a enfrentar al gigante filisteo Goliat, el pastor israelita David se ofreció a enfrentarlo, solo armado con una honda, le lanzó una piedra a la frente del gigantón, luego le cortó la cabeza.

Este relato sirve de metáfora para ilustrar que el débil puede vencer al poderoso.

La despiadada invasión del gigantón ruso, eufemísticamente llamada “operación militar especial”, se ha topado con una resistencia heroica del pueblo ucraniano encabezada por su presidente, Volodimir Zelenski, que ha demostrado coraje y valentía, emulando al referente histórico del soldado espartano, ante la amenaza de Jerjes, rey de Persia: “Ríndete, mis flechas cubren el cielo”; la respuesta de Leonidas, rey de Esparta, fue: “Mejor, así peleamos a la sombra”.

La megalomanía nostálgica del dictador Putin advierte a los países de Occidente que ayudan militarmente a Ucrania, que en caso de interferencia militar en el conflicto con Ucrania, se reserva la opción de utilizar armas nucleares. Recordemos que el emperador romano Julio César, en sus Comentarios a la guerra de las Galias, hace dos mil años, escribió: “Un imperio no necesita justificar la guerra, esta es parte de su naturaleza. El imperio no necesita razones”. (O)