El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo, decía Edward Lorenz. Este proverbio chino es el origen del Efecto Mariposa o Teoría del Caos. Según este concepto el aleteo de un insecto en Hong Kong puede desatar una tempestad en Nueva York.

Si estos son los efectos que causa un pequeño aleteo, imaginemos lo que hacen las bombas y balas que sin cesar acechan la paz mundial. La guerra entre Rusia y Ucrania impacta al planeta entero. Aunque estamos lejos de aquella ofensiva bélica, nuestro país, como todos los del orbe, sufre un impacto. Los mercados acusan nerviosismo, las inversiones se detienen y los sectores exportadores sufren.

Nuestros exportadores son golpeados fuertemente, en especial el que atendía la demanda rusa y ucraniana de banano abastecidos por los puertos de San Petersburgo y Odessa. Este sector, vital para la economía ecuatoriana por la demanda de mano de obra, 1,2 millones de plazas de trabajo directo e indirecto, y divisas que bordean los $ 3.000 millones anuales, sufre un impacto que no corresponde a las reglas del mercado sino a una situación anómala que más bien interfiere en el mismo. Como si fuera poco, es esta fruta el buque insignia de nuestra nacionalidad en el mundo.

No cabe, en circunstancias actuales de crisis exógena evidente, cruzarse de brazos o argumentar principios libertarios por los cuales el Estado no deba intervenir. El Gobierno Nacional está obligado a prestar su atención en una situación de emergencia, pues esta le atañe al país. Los dólares que produce la exportación del banano ingresan al Ecuador, se incorporan y enriquecen la economía, por tanto, es una cuestión de Estado. Naturalmente, el rescate no le compete solo al Estado; productores y exportadores de esta fruta deben tomar acciones en cohesionar su gremio y proponer soluciones coherentes, enfocadas a la coyuntura actual, así como la magnánima misión de escoger interlocutores adecuados para alcanzar un entendimiento y arrancar con un plan de acción que incluya a todos, entiéndase grandes, medianos y pequeños productores y exportadores.

Desde mi punto de vista, el trabajo del Gobierno y sector privado debe enfocarse en acciones de corto y mediano plazo: buscar mercados alternativos; proponer la creación de corredores humanitarios para desalojar la fruta, financiados por fondos de cooperación internacional; absorber excedentes desde instituciones como cárceles, ejército y programas estatales como desayuno escolar y el de nutrición infantil; proponer medidas compensatorias al banano por parte de los miembros de la OTAN, crear el fondo de compensación de precios desde un aporte privado, y, por último, enfocarse en el problema mayor, el precio spot que debe recuperarse; por ende, la acción más efectiva será que aquella fruta contratada mediante precio oficial sea la que se exporte, mientras el remanente de aproximadamente 800.000 cajas de banano semanales puedan ser permeadas en cualquiera de las acciones planteadas.

El Ejecutivo necesita conquistar a la ciudadanía, el sector agropecuario sería el socio ideal para aquella misión. Para ello debe dejar de lado modelos económicos y políticos escritos en piedra y sintonizarse con los dolientes. ¡Ahora! (O)