Siempre he sostenido que en nuestro país nunca nos aburrimos, siempre existe algo nuevo que hace que nuestra sed de venganza, salga a flote o existe un nuevo caso de corrupción al que le daremos duro, la próxima semana será reemplazado con el partido de la selección de fútbol en el Mundial, y tal vez nuevamente salte en nuestro día a día algún nuevo dolor colectivo por otra noticia trágica, deshonesta o escandalosa, pero que no va ser más que eso una simple hoja marchita que cae al suelo del olvido, mientras nosotros estamos ansiosos, expectantes de cuál será la nueva hoja que se unirá al olvido de un país que se va marchitando lenta y dolorosamente.

Nos hemos arrumado en nuestra propia comodidad, intentamos cambiar el mundo a punta de criticar algo porque lo escuchamos de otro, y eso no es que nos hace intelectuales o eruditos, nos hace cajas de resonancia que repetimos, señalamos, y juzgamos la paja del ojo ajeno, en las redes, y con suerte en una discusión que empezó con: ¿viste lo que pasó?

Derechos de la población

Pobreza y narcotráfico

Hoy ha sido reemplazado por bombas, la indignación del Caso Bernal, con todas sus incógnitas, con toda la fanfarria que se montó, atrás quedaron las imágenes de las aguerridas mujeres que se sentaron fuera de la comandancia a exigir justicia, hoy no sabemos y casi ni nos importa dónde está Germán Cáceres, qué pasó con el chivo expiatorio que eligieron para procesar, encarcelar, dilapidar y mancillar su nombre, dónde quedaron las denuncias de ella, de que la obligaron a mentir, qué pasó con los policías que ofrecieron investigar y que siguen ocupando un sitio en la mesa de la institución más importante, pero más socavada del país.

... lo que estamos viviendo en lo político y en lo social es consecuencia de un caduco sistema...

Hoy estamos felices por el ‘Auquitas’ y ya se nos borró de la mente el horror de haber sido humillados como Estado frente a la delincuencia, las bombas, los disparos a la Policía, las denuncias del sistema penitenciario, nos conformamos con acciones copiadas de otro país, con un ‘bukelasso’, que no encuentra el norte respecto a la seguridad y que le cogió afición a la demolición de los edificios, como un acto simbólico igual de eficaz que persignarse por las víctimas de un Estado fallido.

Qué hacer con las confirmaciones de Capaya

Pero, ¿qué culpa tenemos?, se estará preguntando, querido lector, si hemos insultado a los derechos humanos y les hemos tratado de alcahuetes de delincuentes, sin entender que los DD. HH. implican una constante lucha en contra de la arbitrariedad estatal, hemos pedido que maten a todos esos infelices que matan a los buenos, nos hemos quejado en las redes y con el vecino, hemos insultado a esos que dicen que todos los seres humanos tienen derecho, hemos hecho bastante. Lamentablemente no es cierto, no ha hecho nada.

Si seguimos conformes con el ‘mientras no me pase a mí’ o ‘el vago es vago porque quiere’, mientras sigamos aprovechando la mínima oportunidad para sacar nuestra ‘viveza criolla’, mientras no entendamos que las consecuencias de lo que estamos viviendo en lo político y en lo social es consecuencia de un caduco sistema y de un tejido social en deterioro, simplemente seguiremos siendo cómplices de un silencio cruel que nos está matando lenta y cruelmente, ya somos el olvido que seremos. (O)