Envalentonado por el rotundo rechazo al texto de la constitución chilena, el presidente ecuatoriano Guillermo Lasso ha propuesto llamar a una consulta popular. Me dicen que las preguntas ya se están formulando. Imagino que espera que las urnas demuestren que la gente realmente no respalda ideas de la llamada izquierda, y que podría salir vencedor y por tanto reivindicarse ante la falta de logros y aprobación en las encuestas. Pero al Gobierno le fallan las matemáticas tanto como le fallaron al presidente de Chile, Gabriel Boric.

Aunque Boric ganó con una buena ventaja las elecciones presidenciales de 2021, lo hizo mientras el voto no era obligatorio. Por él votaron solo 4,6 millones de personas frente a 3,6 millones de votos que obtuvo José Antonio Kast. Para el plebiscito, al ser el voto obligatorio, los adalides de la nueva constitución chilena no tenían la seguridad de que el porcentaje a su favor se mantendría en los mismos niveles. Finalmente, el rechazo logró 7,9 millones de votos frente a solo 4,8 millones de votos en favor de la constitución.

Asimismo, Lasso probablemente cuenta con que la gente será fácil de convencer si se logra una campaña tan apabullante como la de los opositores en Chile. Es decir que cree que Ecuador más una campaña que se oponga a lo que quiera que haya postulado la llamada izquierda es equivalente al fortalecimiento de la derecha. Pero este tipo de operaciones básicas aplican a manzanas o monedas en un problema de libro de texto. No dan para resolver la compleja trama de aspiraciones, manipulaciones e intereses que se juegan en un plebiscito, que en esta parte del mundo se confunde con un referendo sobre la simpatía de sus proponentes.

En Chile se votó por las cosas más controversiales, como los derechos de la naturaleza, junto con las más innocuas, como promulgar la lengua de señas como lengua oficial de las personas sordas. Aparte de contribuir a una mezcla absurda de prioridades, esta última técnicamente exigiría que haya traductores de señas en dependencias públicas y colegios, con sueldo pagado, esperando a que llegue una persona sorda a que se le cumpla un derecho constitucional so pena de que impedir la comunicación podría llevar a una demanda contra el Estado.

Confusión, desinformación, saturación y excesos por parte de los defensores de la constitución chilena llevaron a un rápido desgaste del apoyo que tenía el texto al inicio. Hoy, regresan las protestas en las calles, la decepción y un malestar generalizado, aun en quienes celebraron el fin de las aspiraciones de cambio.

¿Qué busca el presidente Guillermo Lasso con una consulta? ¿Lo que no se atrevió a hacer disolviendo la Asamblea Nacional? El mandatario se olvida de que el 80 % del país no votó por él en la primera vuelta y por tanto realmente no cuenta con más del 20 % de voto en una consulta. Implica una total falta de visión creer que el futuro se juega en una presidencia tan débil y que el Gobierno nacional puede desentenderse de los 221 cantones que van a elecciones próximamente. (O)