Hay una sensación de entrampamiento en el país, a pesar de cosas muy positivas, como el extraordinario y creciente esfuerzo exportador… Por supuesto, algún momento se ajustará el mercado, pero los niveles alcanzados son dignos de aplauso. Y en ese entorno debemos otra vez plantearnos que no podemos oponernos a todo, no se puede vivir solo del NO, hay ciertas cosas a las que decir SÍ. Es la única manera de caminar y vencer intereses ocultos, pero obvios, cuyo objetivo es el fracaso de este Gobierno (y, por ende, del país) para abrirse puertas políticas (y hacia la justicia) en próximas elecciones. Veamos…

Uno. Focalización de combustibles. Empecemos al menos eliminando subsidios para sectores productivos que no tienen por qué recibirlos, a los autos particulares de más de un cierto cilindraje, y pongamos un tope mensual a las unidades de transporte y a otras que participan en el contrabando.

... entre unos y otros sí debe haber un espacio para encontrar un mínimo común denominador...

Dos. Aceptemos que debemos discutir seriamente el futuro del sistema de pensiones (IESS) y salud (IESS y más). Aceptar quiere decir ponernos de acuerdo, por ejemplo, en una comisión confiable que lo evalúe (hay muchos estudios al respecto) y sugiera diversos caminos posibles. Y, luego, sobre esa base tomemos decisiones.

Tres. Apoyemos la apertura externa, por ejemplo, vía tratados de comercio bien negociados con los EE. UU., la Alianza del Pacífico y el Asia. Obviamente, pongámonos de acuerdo en las líneas rojas sensatas (qué no estaríamos dispuestos a aceptar).

Cuatro. Finanzas públicas. Aceptemos que hay programas prioritarios del Gobierno que debemos financiar y manejar bien, como por ejemplo nutrición infantil. Y que hay obras positivas para todos (y en todo sentido), como la autopista Quito-Guayaquil. O que se debe vender el Banco del Pacífico. Aceptarlo quiere decir sacarlos de la ambición y discusión politiquera. Y también que debemos ajustar el gasto en otras actividades que no son productivas ni económica ni social ni institucionalmente.

Cinco. Impulsar el petróleo y minería, aceptando limitantes. ¿Qué zonas sí, cuáles no? ¿Qué tipo de aceptación local y colectiva? ¿Qué tipo de compromisos de las empresas concesionarias? ¿Qué nivel de calidad de las empresas? Y muy importante: ¿a dónde queremos que vayan esos fondos adicionales, incluyendo a las comunidades locales?

Seis. Aceptemos cambios sencillos en el régimen laboral. Por ejemplo, que no existan costos adicionales por extender la semana laboral de 40 horas a 6 días en lugar de 5. Que la subcontratación pueda ir más allá de las actividades muy limitadas que hoy se permiten.

Siete. Hacer un gran esfuerzo (que no es tan difícil) para ampliar la base de contribuyentes. Sabemos que muchos viven mejor de lo que pretenden y que evaden impuestos. Y parte de esto debe ser bajar los impuestos a niveles realmente sensatos, bajo la filosofía de “todos deben pagar los mismos impuestos todo el tiempo”. Es decir, se elimina una serie de ventajas y exoneraciones que no se justifican.

Unos dirán: “¡Qué barbaridad, cómo podemos hacer tan poco!”, y otros: “Esto es inaceptable”. Bueno, entre unos y otros sí debe haber un espacio para encontrar un mínimo común denominador (¿recuerda la escuela?). Eso necesitamos: al menos un mínimo SÍ en varios campos esenciales. (O)