Como hace 73 años, Quito será sede, desde el 29 de marzo hasta el 1 de abril, del 37 período de sesiones de la conferencia regional de la FAO que agrupará a 33 ministros de Agricultura del continente, para abordar una trascendental agenda que incluirá asuntos inherentes a investigación e innovación tecnológica, intercambio de resultados entre países para una mayor producción agropecuaria, adecuada nutrición, conservación ambiental con atención a los impactos climáticos, en procura de una vida rebosante de bienestar.

Los aludidos encuentros son instancias de alto nivel político, fundamentales para garantizar la eficacia de las acciones del organismo promotor de la alimentación y lucha contra el hambre en el planeta, que ejecuta con brillantez en los países de las Américas y el Caribe, en los que se definirán las áreas prioritarias para los dos siguientes años; así como esta, se efectúan también para África, Asia y el Pacífico, Europa, Oriente Próximo y África del Norte, el sector privado ha sido convidado a participar en los conversatorios.

Es una magnífica ocasión para que Ecuador difunda al mundo su pensamiento sobre temas que requieren apoyo de la comunidad internacional y de sus entidades financieras, especialmente de las que trabajan sin fines de lucro con gran conciencia social y captadoras de recursos que son escasos o no existen en las naciones que luchan por salir del subdesarrollo. Es momento para que la FAO, con su indiscutible respetabilidad, respalde las propuestas de siete ministros de Agricultura de países productores de banano de la región, convocados por el titular ecuatoriano Pedro Álava González, que asumieron una posición conjunta para un claro y ostensible incremento del pago que merecen los cultivadores de musáceas comestibles.

El banano, cuyo valor en perchas en los grandes supermercados de las zonas desarrolladas no ha tenido las alzas que la inflación obliga, se ha convertido en la fruta peor pagada respecto de similares importadas, desmereciendo su virtuoso abastecimiento de todo el año, sin interrupción alguna, solo impedido por la guerra brutal que frena los arribos a Rusia, Ucrania y otras de su entorno, que los ministros deben condenar con vigor en los debates de Quito. Este aspecto reivindicatorio tiene historia de solidaridad, pues desde el siglo pasado luego de mucho bregar, la FAO desistió de concretar un convenio entre todos los eslabones de la cadena que pugnaban por alcanzar mejor retribución a los agricultores, que adquiere actualidad con la proclamada responsabilidad compartida.

En la línea de la provisión alimenticia, se aspira a que la declaración de Quito de la FAO incluya el pedido a la Unión Europea de revocar su postura de calificar como transgénicos los bienes agrarios creados vía edición genómica, mientras las normas de USA, Japón, Reino Unido, Australia y otras los han liberado de ese estigma. Será con este sistema de mejoramiento estimado equivalente al convencional porque no hay intercalación de genes extraños que Ecuador emprenderá, bajo el liderazgo de INIAP, la búsqueda de un banano del grupo Cavendish resistente al temido Fusarium raza tropical 4. (O)