Era la tarde del miércoles 19 de octubre. Recibí una llamada de un valioso amigo de Esmeraldas, Eugenio Jijón Guerrero, sobre su libro De hablas y cuentos, sobre relatos y cuentos de Esmeraldas, de reciente publicación por la Casa de la Cultura, excelente en su contenido y edición. Eran las 15:00. Me dijo: “En una hora cierran los comercios y las oficinas de Esmeraldas, por el funeral de Rabito. Mi comentario fue “estás inventando un cuento que no existe”, su respuesta fue “no es cuento”.Pensé “este se rayó, ha leído muchos cuentos y visto muchas películas de cowboys que se tomaban los pueblos del Viejo Oeste norteamericano y su ley era lo que imponían por la fuerza y el miedo”.

Ambiente de zozobra en Esmeraldas tras amenazas difundidas en redes sociales antes de dos sepelios

Pero no. Al finalizar la tarde, vi y leí, en espacios destacados, las versiones resumidas de los medios en que se puntualizaba que a las 16:00 se paralizó la ciudad de Esmeraldas, instituciones públicas, oficinas, almacenes, entidades financieras y establecimientos de educación de Esmeraldas, por el funeral de uno de los líderes de Los Tiguerones, Juan alias Rabito y otro más, asesinados por supuestos sicarios, el 16 de octubre de 2022.

En el velorio de Rabito, en el sector de la Floresta, y en el funeral se le rindió homenaje con salva de disparos. El riesgo era que, a pesar de la fuerte presencia militar y de la Policía, que se dio desde las 14:00, se extienda la violencia esa tarde y noche. La alcaldesa de Esmeraldas, en Ecuavisa, el viernes 21, explicó el porqué fue esencial interrumpir las jornadas laborales: para que no se multipliquen ajustes de cuentas. Era patético que, por la insuficiencia de transporte, muchos prefirieron caminar y trotar hacia sus viviendas.

Asesinan en su camioneta a un exlegislador de Esmeraldas

Los tiguerones tendrían el control en Esmeraldas. Hay 1.500 tiguerones en la cárcel, y entre 3.000 y 4.000 en los barrios de Esmeraldas, según el coronel William Calle, comandante de Policía de la Subzona 8 de la provincia de Esmeraldas. Frenar aquello –dice el coronel– no es fácil: “No es una bandita; es un cartel. Son gente que tienen fusiles, cuando la Policía solo tiene pistolas…”.

“Hay dos unidades del GOE, pero parecen insuficientes. Los miembros de esas bandas enfrentan a la Policía, matan policías, disparan a los patrulleros y lo han hecho en 108 casos. Disparan incluso a carros que llevan los cadáveres. Las cosas se han salido de las manos. No se puede pensar en una policía comunitaria, con policías con pistolas, enfrentando a delincuentes armados con fusiles”.

“Hay que sincerarse”, dice el coronel. “El Estado no tiene el control de la cárcel de Esmeraldas. Hace nueve meses no se hace una requisa. Los presos están armados y para ingresar a la cárcel se requerirían al menos 800 policías…”. “Sincerarse también es evidenciar la desidia o la imposibilidad que tienen fiscales y jueces para operar en ese contexto. La Policía detuvo al padre de un líder de banda que extorsiona, el que más vacuna, fue liberado, a pesar de la denuncia y de las evidencias…”.Igual habría ocurrido “con, por lo menos, veinte sospechosos de ser sicarios que tenían seis o siete detencio nes por asesinato, robo y tenencia de armas”. (O)