El hueco fiscal es duro de cerrar. En sus últimos cuatro años (de 2013 a 2016) Rafael Correa incurrió en déficits acumulados del sector público por sobre los 30.000 millones de dólares. El sector público, además de presupuesto, incluye empresas y entidades públicas, la seguridad social y gobiernos seccionales.

Ese hueco se financió en gran parte con deuda externa, la cual se tornó impagable y el presidente Moreno tuvo que reestructurarla. Además, quedó para Moreno proponer al Fondo Monetario que le socorra financiando el periodo de ajuste para eliminar el déficit.

Moreno recibió un enorme déficit ($ 9.000 millones en 2016), logró bajarlo a $ 2.300 millones en 2018, pero ahí se estancó el ajuste. Con la pandemia, el déficit se disparó a

$ 6.000 millones en 2020.

El equipo de Guillermo Lasso está en negociaciones con el Fondo Monetario y se espera completarlas a fin de mes, para cuando el Gobierno deberá presentar a la Asamblea el presupuesto 2021, basado en un plan económico que contemple los compromisos con el Fondo. A su vez la misión del Fondo prepararía tanto su informe de abril 15, que está pendiente por lo del anuncio que el nuevo Gobierno quería cambios en el plan, como el de agosto 15, con lo que desembolsaría en total

$ 800 millones en septiembre.

¿Qué es lo que quiere cambiar el equipo de Lasso? El presidente en campaña prometió que no habría alza de impuestos, en particular del alza del IVA, al que Lenín Moreno se había comprometido, al 15 %. En cambio, habría una reducción del gasto burocrático y el cierre de ciertos atajos que permiten a los contribuyentes de mayores ingresos reducir su carga tributaria.

Varias veces Lasso ha precisado que no se trata de cuánto se gasta sino cómo se gasta. El gasto que mejora la educación y salud y reduce la desnutrición infantil, bienvenido. Pero gasto para mantener la tramitocracia, no. Hay varias iniciativas del Gobierno que reducen el papeleo. Para qué mantener esas oficinas públicas que se quedan sin funciones.

Este Diario reporta que el Ecuador propondría al Fondo posponer la eliminación del déficit a 2024. Lo cual sugiere que se abandona el objetivo de reducir el gasto público improductivo. El compromiso de Moreno con el FMI fue que su sucesor baje el déficit a $ 2.800 millones en 2021 y llegue a un superávit en 2022.

Finanzas acaba de colocar bonos a la banca nacional para financiar el déficit. La banca ya no tendrá ese dinero para colocar al público, y habrá menos presión a la baja de la tasa de interés. Parte de esa plata irá para mantener dependencias públicas que viven de administrar trámites innecesarios y no a actividades que requieran empleo y agreguen valor.

Mientras se incurra en déficit para mantener una burocracia improductiva, tendremos mala calidad de gasto, estaremos en ajuste y no entraremos en reactivación. Con lo cual el ajuste, que se llevó los cuatro años de Moreno, se llevaría también los cuatro de Lasso. ¿De qué sirve dejar la casa en orden si no se ha iniciado la reactivación? En 2025, el electorado podría concluir que el Gobierno no tuvo éxito en lograr la reactivación, y en lugar de darle un espaldarazo al Gobierno, retornaría a la presidencia al populismo despilfarrador. Ecos de Macri.

Hay un dicho italiano de loa al gradualismo: “Piano, piano, va lontano”. Muy bien piano, pero no pianissimo. (O)