Empieza noviembre y se va terminando el año de la misma forma que se deshoja una flor. Los pétalos van cayendo, pero no llegan a tocar el suelo porque se los lleva el viento y solo podemos verlos volar lejos para quedarnos solo con su recuerdo. Así se van los días y las cosas que deseamos hacer, pero no nos hemos atrevido aún. ¿Hasta cuándo vamos a esperar?

Ya empezamos a ver decoraciones navideñas en los lugares que visitamos, muy pronto estaremos corriendo detrás de una larga lista de compras de regalos para cumplir, agradar o demostrar cariño, pero el tiempo se nos seguirá escapando como agua y todavía hay cosas pendientes, esas que hemos dejado para después porque nos da miedo hacer el salto, ¿Hasta cuándo le damos largas? ¿Acaso no aprendimos en la pandemia que la vida no aguarda? La felicidad es como una cometa que vuela rápido moviéndose con la fuerza del vendaval, pero siempre nos lanza un lazo para que la sigamos. Algunos se arriesgan, se aferran y viven tomados del cordón que los une a ese bienestar a pesar de la adversidad, otros, solo la ven pasar y temen que el viento cambie, que la cometa se enrede en un árbol y que los demás se burlen de haber tomado una mala decisión, así que prefieren agradecer por haberla visto, para luego con el paso de los años, arrepentirse de su cobardía.

En otro orden, creo que el dinero es un tema importante; paga nuestras facturas evitándonos el agobio de las deudas y eso brinda tranquilidad, pero también, estoy convencida de que es como agua, va y viene. Además, cuando morimos no lo podemos llevar, ¿entonces? Vivir pendientes de acumularlo, quedarnos con alguien por tranquilidad económica o estar en trabajos que nos hacen sentir miserables, pero pagan bien, son razones válidas, pero temo que esas decisiones nos alejan de lo verdaderamente importante. Nadie conoce la fórmula de la felicidad, pero estoy segura de que vivir pendiente de los números de una cuenta, no lo es.

En consecuencia, creo que el tiempo se termina, no sigamos posponiendo lo que realmente deseamos, eso que solo sabemos nosotros y vive en nuestro fuero interno. Es momento de respirar profundo, cerrar los ojos y lanzarnos al vacío. Basta de tener miedo. Sé que es más fácil escribirlo que practicarlo, de suyo, me cuesta bastante por la carga diversa que todos llevamos en la espalda, pero me he propuesto temer menos y arriesgarme más, así que eso es lo que puedo recomendar por el momento. Siento, además, que mientras nuestra mochila de prejuicios, estereotipos, miedos y vivencias del pasado sea más ligera, podremos avanzar más lejos.

Finalmente, recordemos que la vida es hoy y ahora, que no sirve suspirar por los “¿qué hubiera pasado sí?” y que, si debemos arrepentirnos, pues que sea por haber tomado riesgos y jamás por habernos cruzado de brazos viendo la vida pasar. Por tanto, me quedo con las palabras de Patti Smith, quien aparte de ser rockera connotada, también es una escritora con mucha sensibilidad y coincido con ella sobre esta filosofía de vida: “Uno tiene que ir por la vida intentando mantenerse saludable, siendo feliz como se pueda, y buscando hacer lo que se quiere”. (O)