La tecnología maravillosa de la información y la comunicación que tenemos en nuestras manos debería ser un mecanismo que aumente las vías de diálogo.
En vez de aglutinar los esfuerzos para encaminar las sociedades hacia el bien común, nos encontramos con los enfrentamientos banales de siempre.
Necesitamos todos comprender que el discurso de odio, la incitación al odio y la violencia son violaciones de derechos humanos de todos.
Los liderazgos ilustrados que buscan el bien común sucumben ante la paranoia de la ambición y de los intereses.