El barrio Orellana ha sido calificado de legendario, entre otras razones, porque en él vivieron los expresidentes Jaime Roldós y Alfredo Palacio; también presidentes de la Corte Suprema como Carlos Solórzano y muchos altos funcionarios públicos. Es un barrio construido por el Seguro Social para empleados, clase media, personas de buenas costumbres, con excepciones. Por los años cincuenta, allí vivía la familia Lasso Mendoza. Don Enrique Lasso Alvarado era un señor serio, bondadoso, muy honrado, culto, amante de la música clásica, casado con la dama Nora Mendoza. Tuve la suerte de ser su amigo, aunque por la diferencia de edad era más bien un regalo conversar con él. Don Enrique me honró concurriendo a escuchar mi grado de bachiller sin que yo lo supiera. Fui amigo de sus hijos mayores durante mi adolescencia. Ellos se cambiaron al centro y perdimos contacto. Además, empecé a trabajar y estudiar y tenía poco tiempo para otras actividades. “Incivil”, me dijo una

amiga.

Nunca he conversado con Guillermo Lasso, pero he seguido su carrera política. Creo que tiene en sus genes la honradez de su padre y la nobleza de su madre. Se ha preparado a conciencia para ser presidente de la República y tiene la formación intelectual para serlo. Su criterio le permite distinguir lo esencial de lo superfluo y como banquero es un hombre pragmático. Pienso que, contra los prejuicios que se instilan en las conciencias de las personas contra los banqueros, para mí es una profesión útil y esencial para las sociedades. Los banqueros de la antigua Atenas se esmeraban por mantener el poder adquisitivo de la dracma de plata, que era la moneda de cambio más aceptada en la cuenca del Mediterráneo oriental. La gente ahorraba en dracmas porque era confiable y lo fue durante varios siglos hasta que Grecia fue vencida por Roma. La dracma era como ahora es el dólar de USA.

He sostenido que la independencia de Guayaquil se debe a dos factores: en primer lugar, al pueblo y los jóvenes de la ciudad; y, en segundo término, a los ricos, quienes, como el dueño de la goleta Alcance, Manuel de Luzarraga, pusieron oro y persona para adquirir armas con que librar la guerra con los españoles.

Me parece que achacar a un candidato porque fue banquero es un desatino y acusarlo sin motivo de haber sido causante de la quiebra del sistema a fines del siglo pasado es una calumnia que demuestra la baja calidad moral de quienes la profieren.

Vacunas. El estridente fracaso del colapso del sistema de inscripción para vacunarse el lunes 15 es fruto de la ineptitud que obliga a “mis viejitos” a inscribirse. Este Diario ha recordado que muchos ancianos no tienen computadoras ni teléfonos. Otros que son analfabetos o que viven solos o abandonados por sus familias. ¿No tiene al Registro Civil?

El Gobierno dice: Vengan, inscríbanse y les daré una fecha para vacunarse, en lugar de ir a buscar a los viejos. Organicen brigadas de vacunación: vayan a los páramos, a los tugurios, a los suburbios, a las parroquias lejanas, a las que se llega después de varias horas a pie o en canoa. Si se considera a los ancianos, no los fatiguen con trámites. Búsquenlos. (O)