Hace casi 200 años, la escritora inglesa Mary Shelley escribió el que fuese considerado como el primer gran texto de ciencia ficción, titulado Frankenstein. Esta obra se basaba en la construcción de seres vivos a través de la suma y activación eléctrica de distintos órganos humanos, y posteriormente se le daba sentido a la existencia de este ser, dotándolo de una razón de vivir y una historia asociada a su nueva conciencia. La idea de que una parte del cuerpo de una persona pudiera funcionar en el de otra parecía temeraria en aquella época, e inducía el pensamiento a artes oscuras, magia y suponía el inicio de una historia algo más que terrorífica. Hoy en día, los avances de la medicina, de la robótica médica y de la investigación científica han permitido ver con normalidad que un órgano de un cuerpo distinto sea donado para que funcione en otro ser humano. Incluso las cirugías se empiezan a realizar con robots de forma autónoma o teleasistida y hasta con el uso de la inteligencia artificial.
6 de cada 10 ecuatorianos han aceptado ser donantes de órganos y tejidos, según MSP
Esta acción temeraria de antes, que inclusive hacía referencia al uso de cadáveres o el mercado negro de estos, ahora y en su práctica legal es una de las principales razones por las que muchas vidas han sido salvadas y de que, por ende, la esperanza de vida de muchas otras aumente. Siguiendo con los datos históricos, podemos conocer que en 1950 se realizó el primer trasplante de riñón. La técnica del traspaso de órganos y tejidos, en la que la incorporación de los experimentos con animales fue fundamental, ayuda hoy en día a combatir enfermedades que hasta hace poco resultaban insuperables. Eliminando enfermedades mortales como la insuficiencia renal, entre otras. No obstante, junto con este vertiginoso avance de las ciencias médicas, se hace necesario dirimir sobre el dilema moral y ético que genera. Un aspecto importante para obtener un trasplante en muchas ocasiones es el poder económico de quien lo recibe, relegando así a las personas más pobres a ser beneficiarias del órgano. Una buena manera de ayudar a que todos sean beneficiarios es la donación gratuita de los órganos post mortem, de manera que tal y como funciona el mercado, al aumentar la oferta se permita que la demanda sea cubierta sin que esto implique elevar los costos.
Es primordial buscar siempre la mejora en la salud de la población mundial, el impulso a la investigación y el tratamiento oportuno de enfermedades. Esto va ligado no solamente al desarrollo médico, sino al respeto por las condiciones ambientales que hoy en día nos causan enfermedades crónicas derivadas de los gases de efecto invernadero, de los efectos climáticos y demás. Pero es válido brindar una nueva oportunidad a las personas que por motivos médicos estén cerca de culminar su vida.
Quién puede ser donante de órganos en Ecuador
Una buena costumbre sería iniciar una campaña para concienciar a la ciudadanía sobre la importancia de la donación de órganos, conociendo que nosotros mismos podríamos necesitarlos algún día e inclusive los miembros de nuestra familia.
Entre el 2021 y el 2023 la donación voluntaria aumentó en un 20 %. La meta sería que para el 2025 se duplique esta estadística con base en campañas enfocadas. (O)