Las armas son infaltables en la logística de las bandas dedicadas al tráfico y expendio de sustancias sujetas a fiscalización. Y por lo visto en el ataque con drones a la Penitenciaría Regional de Guayaquil, ellas también manejan explosivos.

A partir de los operativos en los que se han realizado grandes incautaciones de alcaloide, como el realizado a mediados de agosto en Los Vergeles (norte de Guayaquil), en los que también se incautan armas de alto calibre y de última tecnología, la Policía puede percibir que las bandas locales ya cuentan con bastante armamento pesado. No hay registro de la cantidad de ese tipo de armas que circulan en el país, porque ingresan de contrabando.

Inteligencia militar tiene conocimiento de que, así como por la frontera norte ingresa el alcaloide, los traficantes internacionales de armas de alto calibre las ingresan por la frontera sur.

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En los operativos de combate a la delincuencia se han encontrado pistolas, subametralladoras, fusiles y accesorios como silenciadores, miras láser y estabilizadores, entre otros, que se usan para modificar la potencia del arma, logrando mayor cantidad de disparos y mejor precisión. También se incautan armas de fabricación nacional, las que son compradas o alquiladas para ser utilizadas en acciones de la delincuencia común. De estas, las Fuerzas Armadas destruyeron hasta mayo 5.514 armas.

Los esfuerzos por parte del Gobierno para combatir el narcotráfico llevan a la interceptación de mayores cantidades de sustancias estupefacientes; esto a su vez incrementa las disputas por controlar las rutas del contrabando y se generan más enfrentamientos, para lo cual los carteles precisan de armamento y artilugios tecnológicos sofisticados.

Las respuestas de las autoridades ante el crimen organizado necesitan ser integrales, pues no solo se trata de lidiar con bandas asociadas a los carteles internacionales, sino también con la creciente penetración de esa delincuencia en hogares y comunidades urbanas y rurales. (O)