Dos terremotos de magnitud 7,8 y 7,5 en escala de Richter que azotaron Turquía y Siria el pasado lunes han dejado un panorama desolador en varias zonas de esos países. Un recordatorio de la importancia de prepararse lo más posible para estos eventos, especialmente en países como Ecuador, que están ubicados en una zona sísmica.
Los seísmos, de los más fuertes en la región en los últimos 100 años, dejaba hasta ayer más de 7.200 muertos –se teme que sean muchos más– y decenas de miles de heridos, mientras autoridades de ambos países habían desplegado equipos de rescate en varias ciudades para buscar sobrevivientes en una carrera contra reloj en los cientos de edificios colapsados.
Por qué los terremotos de Turquía y Siria han sido tan mortíferos y devastadores
En medio del caos se han hecho virales varios videos, incluyendo dos esperanzadores: como el rescate de un bebé recién nacido –su madre había muerto poco antes– de entre los restos de un edificio y otro de un grupo de niños que salen entre escombros con ayuda de rescatistas y voluntarios. Turquía ha decretado tres meses de emergencia en diez provincias del sureste, las más afectadas por los movimientos. Mientras que la OMS indicó que en la zona “23 millones de personas están expuestas” a las consecuencias del terremoto, “incluyendo cinco millones de personas vulnerables”.
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De acuerdo con la Cancillería del Ecuador, no hay ecuatorianos que hayan sido afectados en la zona.
Esta tragedia trae de nuevo a discusión qué hacen los países para tratar de minimizar los daños cuando ocurren eventos como los terremotos.
En 2016 Ecuador vivió el drama que produce a las familias, ciudades y en general al país. Dejó muerte, destrucción y dolor no solo en Pedernales, Manabí, sino también en Esmeraldas y Guayas.
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Por ello es importante que las autoridades generen planes de prevención, desde las ordenanzas sobre construcciones hasta cómo debe actuar la ciudadanía. Y a la población, estar informada y que participe de las estrategias creadas desde los gobiernos local y central. (O)